El trabajo de esta pareja está a la vista cuando detentaron casi 8 años la presidencia estatal del PRI, generaron la ausencia de miles de militantes y hoy, tras el fenómeno de julio del 2009 que arrasó el PRI en la entidad –no ellos-, se meten a los medios con oportunidad, pensando en ganar la batalla informativa aunque la otra, la verdadera, la lleven perdida.
Le apuestan a generar una idea de victoria desde la prensa y alegar atraco cuando se conozcan los resultados o estallar conflictos antes del día de la elección interna. El equilibrio sobre la línea delgada de la adrenalina ha sido una de las mayores virtudes del par de políticos priistas enfrascados en épica relación personal y pública. Un dato es necesario dejar establecido: que en el Estado de México, uno de los negocios de la pareja a partir que manejaron el PRI consecutivamente, ha fallado y han perdido alrededor de 11 millones de pesos. Ambos lograron hacer negocio a través de casas de empeño y de unidades de préstamos personales, que en conjunto son muchísimo dinero. Coincide esa súbita riqueza con su manejo del PRI en Morelos, y no creemos en las coincidencias, porque estas en la política y en este caso las finanzas, no existen.
Un hecho es que en los intestinos priistas se conoce la verdad de la última década de su partido desde la dirigencia. Fue una franquicia detentada por el grupo que más gritó, que más arañó y que no se movió de la raya. Ello permitió que Maricela—Guillermo se apropiaran ante la apatía de otros priistas que se dedicaron a observar. Épicos los agarrones en el viejo y feo edificio de Yucatán y Amacuzac por los rumbos de La Estación, donde Manuel Martínez Garrigós los encaró. Es un hecho que en la capital Cuernavaca, antes de la elección constitucional del año pasado, Martínez Garrigós estaba al frente del grupo más fuerte, el de contrapeso a La Pareja del Oriente (por cierto así bautizados en esta columna, igual que La Dupla, La Pareja Ideal, El Dúo Diabólico), que se han generado otros bloques en la entidad como el de Amado Orihuela Trejo, el de la diputada federal Rosalina Mazari, recientemente del también legislador Manuel Agüero Tovar, el de los cetemistas Vinicio Limón y la fuerza a la vista de Tito Barrera Ocampo, o el último que tomó forma y consistencia de Víctor Samuel Palma César, que para lograrlo dio más de cinco vueltas a la entidad, pueblo por pueblo.
Cada grupo maneja sus intereses. Un buen número de los antes mencionados hicieron causa común para evitar continúe la función del PRI como partido-franquicia de Maricela Sánchez y Guillermo del Valle. Con dos dedos de memoria, frescos los hechos, si cada quien hace un recuento del PRI en los últimos 10 años se encontrará que ha sido políticamente inexistente, que las prerrogativas otorgadas por el IEE de origen ciudadano, sólo lo saben quienes lo dirigieron y las autoridades electorales. A la dirigencia del PRI la abandonó la militancia y se formó un grupo emergente que parecía el único, el de La Pareja.
No hay que ser experto para advertir que el proceso interno del PRI va a ser ensuciado y que lo harán Guillermo y Maricela en su momento, poco antes del domingo 7 de noviembre. Quizá la semana próxima, seguramente harán causa común con panistas, con el mismo gobierno estatal, con quienes han formado el frente contra Martínez Garrigós para enturbiar el evento del informe. Se juegan todo, lo saben, están acostumbrados a arrebatar cuando la debilidad de la base es evidente. Esta vez las condiciones son otras. No es Amado Orihuela. Se trata de una corriente mayoritaria de priistas que han regresado, pero que en sus bolsas traen el recuerdo más fresco del mal uso que de su partido dieron Maricela Sánchez y Guillermo del Valle. Eso no se oculta con nada, ni con la nueva figura que a través de los medios buscan tener, la de gente honorable y buena.