En estos tiempos la tarea de gobernar es más complicada por factores que todos conocemos: uno de ellos fundamental es la estrechez de recursos económicos; otro, el incremento de la inseguridad, y otro relevante, la disputa por el poder de los grupos y partidos políticos. Así, Martínez Garrigós se constituyó el mismo día que ganó la elección constitucional, el año pasado, en el principal adversario de políticos de otros partidos y del mismo PRI. Había que zumbarle con lo que se pudiera, y así lo han hecho.
Persistente, el hoy alcalde logró en su tercera oportunidad ganar la presidencia de su ciudad natal, y la asume en circunstancias complicadas porque el gobierno estatal es manejado hace 10 años por el Partido Acción Nacional. Los sistemáticos embates contra MMG no han sido para nada casuales, llevan una estrategia específica con pretensiones de hacerlo endeble para el cierre de la carrera sucesoria. Para lograrlo, incluso han unificado criterios y recursos sus adversarios, con apoyos extraordinarios de empresas privadas claramente a la vista, que durante el año completo desataron una cacería ante lo que hiciera y no el joven político. Ello le obligó a tomar medidas que otro político o funcionario habría temido. Se la jugó y en esa vía transita, siendo congruente con la responsabilidad. A favor de esos ataques, la persistencia de los mismos, no sólo “vacunaron” al político que gobierna Cuernavaca sino se evidenciaron ante la sociedad como lo que eran: golpes con orígenes en la política partidista y en los intereses económicos de quienes los propinaban. Tan claro como el agua.
Ante la efervescencia de la vida pública, la realidad de las condiciones que abruman como la violencia y la obstinación con nulos resultados del gobierno federal en el combate a la delincuencia organizada donde Morelos está inscrito, lamentablemente, a las autoridades de Cuernavaca no les queda otra que ser precisas, eficientes, sensibles y echadas para adelante en el proyecto de rescatar Cuernavaca. Subrayamos que este año administrativo que termina ha sido duro, plagado de minas colocadas por donde pase el presidente municipal, algunas han estallado, otras han sido desactivadas, pero latente la intención de estropear su tarea. A Manuel Martínez Garrigós no le queda más que capitalizar todo lo sucedido revisando los errores y, lo más importante, hacer un trabajo impecable, transparente, dinámico, que no sólo lo mantenga a él como el priista con mayor proyección al 2012 y con suficiente capital político, sino le regrese a Cuernavaca el rostro perdido hace muchos años.
Desde el siempre bien recordado Alfonso Sandoval Camuñas, Cuernavaca no ha tenido un presidente con plena identificación. Es el reto del hijo de José Manuel Martínez Hernández y Socorro Garrigós Creel —ambos nativos de esta ciudad, parte de tradicionales familias—y lo tendrá que demostrar. En tanto, se filtran algunas decisiones ejecutivas que den rumbo firme a su administración con la inclusión de políticos, priistas todos, que deben dar resultados inmediatos. Ha sido un año, insistimos, complicado, pero el aprendizaje es suficiente como para no equivocarse. La situación apremia; Cuernavaca lo merece y nada debe ser indiferente.
Este año de administración necesita ser manejado con precisión quirúrgica, tiene que ser de transparencia absoluta, que no se dejen resquicios de duda, porque está en juego todo, no sólo un proyecto construido hace más de 10 años de un joven que luchó y luchó por ser presidente de su tierra natal, que ya lo es y tiene para más. Este joven es un animal político, que transpira esta actividad, que se ha preparado para ello y la marca de mañana es un respiro para tomar el oxígeno suficiente para aguantar lo que venga. Ya se vio que en situaciones de riesgo toma decisiones, ahora a consolidar el trabajo. Lo que griten, digan, murmullen, es parte del quehacer. Determinación, coraje, humildad y capacidad. Y ya.