A Manuel Añorve Baños le ganaron prácticamente caminando. Morelos geográfica o poblacionalmente debiera ser “laboratorio” de Guerrero pero los tiempos son contrarios; se da primero allá la elección a mandatario estatal.
Mencionamos esto porque no obstante la pulverización ideológica de los partidos y sus militantes, la moda del “escapismo” que hace azules y amarillos a rojos, o a azules los convierte en rojos, Morelos parece acomodarse para que quien gane la elección el cada vez más próximo año (no entendemos por qué todos, pero todos los aspirantes, hablan que es demasiado lejano, que no piensan en ello, si la franqueza de su discurso y cómo se comporten en sus trincheras va a ser la plataforma de si son o no) salga del ánimo ciudadano. Los partidos cuentan con estructura legal, pie tierra, pero sólo son elementos condicionantes para registro. En el PRI –que aún siendo oposición al gobierno estatal—es donde se observa mayor movimiento. Comodinamente los que desean y le apuestan a que suceda algo en serio mayor a Manuel Martínez Garrigós para, de una vez, sacarlo de la carrera, que no meten el cuerpo como parte de un compromiso partidista, que alimentan estrategias que neutralice la carrera del alcalde de Cuernavaca, son observados por los demás que también aspiran y quienes hacen equipo.
Si se oxigenan de “que Enrique sabe que soy el mejor posicionado, el menos golpeado”, o “me reuní con la gente cercana a Peña Nieto y me preguntan, muy preocupados, ¿qué sucede en Cuernavaca, que qué le pasa a Manuel?, no sé qué decirles”. La simulación en pleno. Se terminaron los tiempos de “tengo una extraordinaria relación con fulano en la Ciudad de México”. O hacen la talacha en los campos de Morelos o ni una posición modesta alcanzan. No queremos imaginar que el costosísimo proyecto del todavía gobernador del Estado de México e inminente candidato presidencial priista se detenga en revisar a conciencia Morelos. Va a opinar, más con Humberto Moreira impulsado por él, al frente del PRI nacional, pero si “su gallo” –o supuesto— no tiene espolones ante la sociedad morelense, no juega. En efecto, Morelos nunca le ha interesado al PRI nacional; una prueba de ello es la posposición de la renovación de su comité estatal. Sin embargo, esta vez la coincidencia de la elección concurrente con la presidencial hará que volteen las miradas. No le queda otra a Peña Nieto y a Moreira.
Todavía con el golpeteo a que han sometido los estrategas antigarrigosistas al PRI, parece que sigue arriba en la preferencia que, tiene que decirse, es volátil. Hace unos días señalábamos de los movimientos con precisión; por ejemplo, la reincorporación de Jorge Morales Barud, luego su posible arrepentimiento tras los sucesos electorales de Guerrero, que dio pie a correos de priistas que anteponen las reglas internas a la comodidad de esperar quien llama, del color que sea y los hace candidatos. Hoy, es posible que gente con el perfil de Morales Barud le agrade una coalición como la que hizo Manuel Camacho en Guerrero con Ángel Aguirre. Así que todo puede pasar.
Por ello la obligación de escoger bien, a lo mejor que tengan en su cartera, no sólo de gobernador, porque hay dos escaños en el Senado de mayoría (la de minoría nos lleva al escenario que pierden y alcanzan la segunda posición), cinco diputaciones y alguna plurinominal federal, además la renovación de los 33 Ayuntamientos y 18 distritos y sus pluris. Sobran espacios, ahora a ver si se da el talento y la capacidad de la congruencia para nominar a los que no sólo la ganen, sino la merezcan.
En tanto, cualquier adelanto con acciones ruines entra en terrenos de la calificación que ya, muchos, hacen a los que se han acomodado en la vitrina tricolor. Es ocioso repetir que Amado Orihuela Trejo, el presidente del CDE, no debe ni tiene con qué jugarla. El mazatepequense primero tendrá que mostrar tamaños para la posición que ganó bien y luego pensar si es senador o diputado federal. Lo demás son “grillas”. En tanto, Los Comodinos tienen ya sus observadores ciudadanos que determinen si siguen o les cancelan sus carreras políticas. Sucede que muchos priistas que votaron en julio del 2009, entendieron que ahora sí lo van a defender con exigencias como que no aparezcan verdaderos intrusos, que cuando “las vacas flacas” ni se asomaban.
Y Cuernavaca, si lo revisan bien, es un mal ejemplo de ello regionalmente. Al interior del estado aparecieron otros que con anterioridad intentaron. Pero aquí hubo sacrificios en la búsqueda del “mal menor”. Carajo y todavía creen que ganaron por su popularidad y carisma. No, si en ocasiones la política es ingrata, injusta y ciega. Éste es un caso. Se va a poner buena la fiesta, que cada quien vaya agarrando su lugar.