En algo que coinciden priistas experimentados, que el Amado Orihuela de los días pasados, era un político serio, con rasgos de humildad, abierto, lo que sin duda alguna tiene que generarles, cuando menos, buenas intenciones.
O sea que de un pleito en las salas y en la calle, Orihuela se vio ante la oportunidad de espantar la sola idea del regreso a los viejos cacicazgos desde dirigencias partidistas. Eso no puede ya existir: o se crece con el consenso o se deshacen del escollo. Sencillo. El mazatepence entendió que no está solo ni que los integrantes de su comité, sectores, organizaciones, propia militancia son comparsa. Actuó en consecuencia y se vio con crecimiento. Todos estos factores le acompañan y quieren que los encamine al triunfo electoral. Para ello, claro, se necesita, primero tener partido, y eso implica la rehabilitación de su propio tejido iniciando en los seccionales hasta llegar al Comité Directivo Estatal, desde los sectores, en los organismos. A diferencia del comentario que consideramos simple, el de dar énfasis a una trifulca entre priistas que al rato van a comer del mismo plato, el fondo—fondo es que solamente con el consenso el PRI va a lograr tener al partido que necesitan.
La oportunidad de Amado Orihuela de sentar a su derredor a los más relevantes personajes de su partido, debatir, ordenar, ceder, apretar, mandar obedeciendo, llega en el momento justo, a unos pocos meses que se abra el proceso electoral, con el tiempo necesario para reordenar territorialmente al partido, otorgando a cada priista su espacio, a cada organización su lugar, a cada líder de grupo y sectores el sitio que tienen. Es el chance para que un partido que prácticamente arrasó en la última elección, tome medidas sobre qué ofrecer a una sociedad lastimada, ignorada, asustada, que difícilmente va a tomar como prioridad ese primer domingo de julio del 12, salir temprano a las urnas. Hay que volver a empezar la tarea, convocar, hacer propuestas lógicas, ganar.
Al dirigente Orihuela se le brinda la oportunidad de encabezar una elección concurrente con la federal. Son dos o cuatro entidades más, lo que le permite la cercanía con los estrategas nacionales, conocer a fondo programas de acción, y el hecho que Morelos hace dos sexenios no tiene gobernador priista (y por ende los presidentes del PRI caminaron “por la libre” y con excesos) obliga al CEN a tener fija la mirada y los respaldos a los priistas morelenses.
Para el buen registro:
No es simple juntar a todos los priistas que en alguna ocasión ocuparon cargos de poder, que entre los pasillos y las calles estuvieran los Antonio Rivapalacio como Alvaro Agüero, los Jorge Meade Ocaranza como Armando Ramírez Saldívar, los Samuel Palma César como Erik Salgado, los Vinicio Limón como Manuel Martínez Garrigós o el siempre famoso (sólo falta que algún día amanezca embarazado alguno de sus hacedores de fama para que le adjudiquen la paternidad y le apodan JJ cuando a un servidor fue el primer sobrenombre que le aplicaron, en la redacción, en el mismo medio hace más de 30 años) de Juan Jaramillo como Trinidad Padilla Barragán. No en ese orden ni iban juntos, pero muchos que nunca se han ido y hoy están más que siempre. Saben que es el momento de construir al partido y preparar el regreso, de profesionalizar los cuadros para gobernar con nivel.
Por ello la cabeza de esta columna, la oportunidad de Amado, porque bajo el esquema de un consejo que fue más allá por la inquietud de priistas que optan que sea el martes la sesión de cierre, mostraron el PRI no que cada uno quiere sino que todos ellos necesitan, un PRI donde no caben por obsoletos, los cacicazgos, un PRI donde el presidente ordena obedeciendo, un PRI que solamente que sean muy torpes no va a ganar los principales espacios en unos meses, cuando julio del 2012. No es que un servidor sea el escritor del PRI o que –como dicen nuestros queridos detractores que nos aprendieron poco cuando tuvieron el chance de no quedarse sin gasolina— “el PRI si tiene quién le escriba”, nada más que esta vez no se necesita adivinar: los demás partidos colaboran, andan peor.