Se tiene que analizar, primero, si la persona puede vivir sola en un asilo o institución geriátrica, adaptándose adecuadamente o si requerirá, además, de un cuidador primario, es decir, que esté permanentemente con la persona.
Un punto muy importante es evaluar el alojamiento: el lugar debe ser un lugar limpio y seguro, y revisar -muy especialmente- los baños y el área de preparación de alimentos.
Deben investigarse los costos, lo que cubre el pago del servicio. Recibir por escrito los cargos cubiertos y los cargos adicionales.
Comprobar que el personal sabe atender a los adultos mayores, preguntando si son enfermeras o enfermeros, o simplemente cuidadores, y si ellos tienen capacitación geronto-geriátrica. Si los directivos de la empresa tienen estudios relacionados también con la gerontología o la geriatría.
Informarse sobre los programas de actividades o recreativos, su programa de nutrición (si en realidad los dirige un nutriólogo y tienen dietas especiales), sobre si tienen transporte, ya que muchas veces los residentes tienen que hacer algunos trámites (en el caso de personas autosuficientes) y salir a bancos y pagos, por ejemplo; preguntar si habrá una persona designada para administrar los medicamentos.
Revisar la documentación de la institución en cuanto a permisos y normas sanitarias que lo rigen y si la Secretaría de Salud realiza visitas periódicas de inspección del lugar.
Si cuentan, en caso de emergencia médica o permanentemente, con un médico geriatra o internista.
También es importante recurrir a algo que llamamos la “prueba nasal”. Para saber si la atención es o no adecuada, el olor del lugar nos puede decir mucho.
Si manejan un contrato de prestación de servicios, si tienen un reglamento del lugar, si especifican horarios de visitas.
No todos los establecimientos cuentan con todo lo anterior, independientemente de las cualidades adecuadas especialmente para adultos mayores de las instalaciones.
Hoy en día, cuesta mucho dinero obtener un buen servicio.
En otros países, se manejan villas o condominios residenciales para personas de edad avanzada, donde se crean instalaciones que se han planeado para personas jubiladas que pueden vivir independientemente. En estos tipos de alojamiento, no ofrecen atención especial a personas enfermas o que padecen demencia o confusión mental.
Aquí en México, la mayoría de los asilos o residencias geriátricas, son casas adaptadas para dar atención a adultos mayores que necesitan supervisión constante. La mayor parte de la gente llega a estos lugares, alrededor de los 80 años, cuando ya sus familiares no se pueden hacer cargo de ellos y están en silla de ruedas o con andaderas, o definitivamente les han diagnosticado una enfermedad tipo Alzheimer.
La siguiente semana continuaremos hablando sobre este tema.
Los invitamos al diplomado “Características y técnicas principales del cuidado integral domiciliario e institucional para el adulto mayor con dependencia”, que se llevará a cabo del 11 de junio al 15 de octubre, todos los sábados, de 9 a 15 horas en las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos (Galeana 35 Acapatzingo); para mayores informes al 2.30.32.99 o en internet: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.