Hay que voltear a cada rato la mirada al Estado de México, cuando en los escarceos para sacar al nominado PAN y PRD buscaron a Eruviel Ávila, sabedores que –tal como lo rectifica un lector y habrá de confirmarlo— el que encabezaba las encuestas era Alfredo del Mazo Maza, primo del todavía gobernador Enrique Peña Nieto. Eruviel escuchó pero no habló. La razón permitió que lo eligieran como mejor opción y ahí están los resultados.
En este caso particular, el parentesco, la cercanía y la amistad, le costaron al hijo y nieto de los Alfredo del Mazo gobernadores. El PRI nacional no va a escatimar un solo voto por razones de necedades o relaciones. Van a lo práctico, como sucedió en Nayarit donde colocaron a un campirano de buenas hechuras que garantizaba la competencia y ganó sin raspaduras. O en el mismísimo caso de Rubén Moreira, hermano de Humberto, anterior gobernador, que era señal de triunfo anunciado. Nada de sorpresas donde la posibilidad es alta. Que se dice que nepotismo, abusos, desvergüenzas. La política actual está llena de esas cosas. Pero si en su momento la alianza PAN—PRD hizo a un lado a sus candidatos naturales por la obtención del poder, los del PRI, aprendida la lección, son prácticos.
“¿Quién me garantiza votos y la elección?”, seguramente preguntan en la cúpula priista. Que fulano o zutana. Por ahí se van a ir. Un solo riesgo no va a correr. Con los métodos modernos –que no pueden ni deben siempre ser exactos, pero logran acercarse como en su reivindicación de las elecciones estatales recientes— de las empresas encuestadoras, antes que inicie diciembre seguramente tendrán la temperatura de Morelos y la estrategia a seguir. Todos miran hacia Enrique Peña Nieto, el más adelantado de los aspirantes a la presidencia de partido cualquiera. Según los números, sólo un imponderable mayúsculo le evita ser candidato de su partido y, con ventaja amplia, suceder a Felipe Calderón en la presidencia. Pero su partido es de reglas, no unipersonal, y si no lo sabía, cuestión de leer la revista Proceso de esta semana para irlo entendiendo. Sí, va arriba, pero reglas son reglas y tiempos de partido son tiempos que se respetan. Ligera llamada de atención que no variará la tendencia a favor del mexiquense.
¿Qué sucede en Morelos en la realidad? Los números apuntan favorablemente a Manuel Martínez Garrigós, al que le arrecian la estrategia de golpes mediáticos y políticos. Tras él y a una distancia que por la vía de la normalidad no le alcanza, va Amado Orihuela Trejo. Son los que no obstante la diferencia en números, van uno—dos. ¿A qué le apuestan los demás aspirantes? Sencillo: un choque entre ambos que obligue al CEN a optar por un tercero en discordia que podría ser cualquiera. A partir de ello anoten a cualquiera, pero con una salvedad: debe tener la anuencia de ambos. Y otra, si uno de los dos queda insatisfecho será “cazado” por un PRD y PAN que a menos de un año de la elección no parecen contar con prospectos atractivos para eliminar la tendencia en su contra.
Vital la resistencia, prudencia y suma que hagan los aspirantes. A MMG le dan con todo, pero viene de una sola dirección que ha sufrido un desgaste mayor en sus obstinaciones. Sin embargo, quienes financian estas operaciones van a echar “su resto”. Es el que más debe cuidar cada gesto y palabra, el que debe tejer la política con exactitud, porque son la realidad de los números que hoy, a cuatro meses de la decisión, lo colocan ahí, en la antesala natural. A partir de su posición pública, favorable, Manuel Martínez tendrá que estar listo a recibir embates de extraños y de propios. Que es joven, se aplica en este caso peculiar que los frutos cuando están verdes, los productores normalmente los envuelven en papel periódico y en uno o tres días maduran y están listos en el mercado para disfrutarlos en la mesa. ¿Cuánto tiempo ha estado envuelto Martínez Garrigós en papel periódico? Seguramente el necesario.
Otro punto: quien sea candidato a gobernador va a tener menor capacidad de maniobra en otras posiciones para su gente. Cuernavaca, por ejemplo, será un espacio donde pudiese caber alguno o alguna de quienes no jueguen la entidad y en estos casos como en el Senado, ni siquiera vale la opinión del candidato, porque si es político e inteligente, sabe que no es terreno de su jurisdicción, que son acomodos obligados de su partido. Quizá en las federales y locales se lo permitan. Es, en caso de ganar la elección, cuando se arman los liderazgos para lo que sigue: darle gobernabilidad al Estado y continuar en ascenso político.