Si me lo permiten, quiero hacer referencia a un hecho: hoy, la UAEM es una mejor institución que hace cinco años, pero es necesario que los morelenses tengan la información clara y objetiva de por qué es así, de por qué es mejor. No sólo porque lo dice el Rector en turno, sino porque los indicadores de evaluación nacionales e internacionales, así lo señalan. Sabemos que existen aún deficiencias, que también son señaladas por los evaluadores para que las mejoremos y eso es necesario en cualquier evaluación. Y hay que decirlo, sin falsa modestia, el balance nos favorece. Y de eso se trataba, ¡de mejorar!
La tendencia a informar sólo lo negativo, únicamente puede estar motivada por la mezquindad de quienes siempre le apuestan a que las instituciones públicas y autónomas fracasen, y se subordinen a intereses ajenos al bien común. Tampoco me parece sano que sólo se informe lo positivo, cuando se observan las deficiencias del quehacer público. Pienso que los ciudadanos no lo debemos de aceptar nunca, pues es una forma de distorsionar la realidad. Y por lo tanto, de enajenarnos hasta llegar al punto de perder el criterio y la capacidad de discriminar lo valioso de lo perjudicial. Hace rato que nuestra sociedad no sabe en qué creer y a quién creer. La gente se siente engañada, confundida.
Por eso, el título de mi nueva columna, “La piel dura”. Título de una película documental del gran cineasta francés, François Truffaut. Hoy, en esta nueva faceta de mi vida y en esta oportunidad que me dan, quiero compartir con mis lectores algunas reflexiones que seguramente orientarán mis colaboraciones. En esta columna, no será la UAEM mi temática. Aunque no dejaré de hacer referencia a la misma, ahora ampliaré mis temas, siempre con la intención de ser propositivo y tratar de generar, humildemente, opciones para una vida mejor.
Es necesario tener “la piel dura”, para no dejar que penetren los dañinos virus inmorales que siempre asechan, más ahora que los valores no son la mejor moneda de cambio de nuestra sociedad. No se trata de endurecerse, como dice Truffaut, sino de hacerse duros, de hacerse fuertes. Fuertes para no ceder ante las presiones del poder, del dinero, de la fácil y común corrupción. De no ceder ante la vil extorsión del poderoso. Éste, el poderoso, muchas veces no es más que un personaje resentido con la vida y la sociedad, que busca el poder para vengarse de agravios, unos supuestamente reales y otros imaginarios. No busca el poder para servir. En realidad, muchas veces no entiende de qué se trata el servir a los demás. Frecuentemente, quienes ostentan el poder político, económico o social, en verdad se han endurecido. Son implacables en la venganza y en el sometimiento de los demás. No les importa qué pasa con el otro, con su sufrimiento o su necesidad. En cambio, cuando sirve en lo público uno que es fuerte, duro, no sabe ni le interesa saber a quién, o a qué persona o personas está ayudando en lo concreto, no necesita saber los nombres y apellidos de quienes se benefician con su quehacer, sólo le interesa servir. En cambio, el poderoso endurecido, busca que le reconozcan, en lo personal, el apoyo que brinda, cuando en realidad es parte de su función. Como lo dicen cínicamente, buscan que “se la deban” o “que se la paguen”. No tienen ningún interés en el bien común. No les importa, porque piensan y sienten, con desprecio, que los problemas de la población, no son su problema. Un ejemplo de ello es cuando algún funcionario, empresario, político, poderoso o no, solicita que algún pariente o amigo ingrese a la Universidad, aun cuando no obtuvo el lugar por los mejores merecimientos académicos. No buscan el bien de todos, sino del amigo en concreto. Cuando una genuina preocupación por el bien común, sería que se busque la manera de que ingresen todos los que han mostrado el merecimiento académico correspondiente. Es decir, que tengan lugar en la universidad todos aquellos jóvenes que han mostrado la capacidad mínima indispensable para acceder al nivel superior universitario. Eso sería, para mí, el utilizar el ejercicio del poder para beneficiar a todos aquellos sujetos anónimos que requieren de la oportunidad para obtener herramientas para gestar su plan de vida futura, con mayores posibilidades de éxito. No se trata de un favor personal, sino de la responsabilidad social del cargo. Está claro ¿no?, pero hay que trabajar mucho para que esto sea una realidad. ¡Hasta la próxima!
Twitter: @Bilbao_pieldura e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.