La vida es tan natural como la muerte y la vejez es una etapa más, pero insalvable del ciclo vital. Resistirse al paso de los años es un empeño inútil y también peligroso para nuestro bienestar si se transforma en un miedo generalizado que hoy se conoce como síndrome de gerontofobia o temor a envejecer.
Evitar con afán todo signo del inexorable paso de los años, podría ser un rasgo de quienes padecen este síndrome. “Como todas las fobias, este miedo a la vejez generaliza a todos los ámbitos de la vida. Quien padece este síndrome evita cualquier signo que delate la vejez; evita las canas y arrugas, el deterioro y las limitaciones propias del envejecimiento, no tolera perder el vigor físico sexual”.
Este síndrome tiene un alto impacto en la población adulta, y afecta sobre todo a hombres y mujeres sobre 45 años. En Estados Unidos la gerontofobia afecta a una quinta parte de la población adulta. La estrecha relación miedo-fobia – negación de la vejez es distintiva de la gerontofobia. Este síndrome puede provocar desde un estancamiento personal hasta alteraciones psíquicas como ataques de pánico, obsesiones, cuadros fóbicos o depresivos.
Presiones sociales o internas: 3 factores son los que influyen en este miedo generalizado a ser viejos:
El culto social a la juventud.
Nuestras presiones internas.
El estrés mal conducido.
La sociedad exitista y negadora de la vejez influye con fuerza en las personas adultas. “Estamos inmersos en una sociedad aria, donde se privilegia a la persona exitosa, bella, joven y productiva. En estos cánones sociales no entran los viejos que producen menos, y no son tan perfectos como la sociedad aria lo exige”.
Las presiones internas que conducen a la gerontofobia, podemos mencionar: la ansiedad, la negación a los signos de vejez, y el temor a perder la autonomía.
Un proceso interno clave para enfrentar la vejez es haber vivido y no saltado ninguna etapa previa, como la niñez o juventud. Si alguna de ellas no se vivió de manera íntegra, ya no se puede volver a atrás. Un retorno a etapas pasadas puede ser un riesgo.
“La integración siempre va hacia adelante, hacia la siguiente etapa que es nuestro desafío. Si volvemos hacia atrás como la mujer madura que usa minifalda o que quiere vivir como Lola, estamos alterando el ciclo natural de la vida, no podemos buscar el sol en la noche ni paisajes de primavera en otoño”.
Si una persona adulta se obsesiona con etapas pasadas, no podrá entrar a la vejez de forma natural y se frustrará. Cuando nos empeñamos en torcer nuestra naturaleza, es mayor el deterioro, alterar el ciclo vital nos puede llevar incluso a deterioros mayores, como al demencia o el Alzheimer.
Por último, el estrés es un elemento inevitable ante todo cambio, en este caso, el paso de la adultez a la vejez. Para la psicóloga, el estrés se debe tomar como un desafío positivo, ante el paso de los años, y no como una amenaza negativa que nos provoque temores e inseguridades.
Clave para envejecer bien: Aceptar las pérdidas de la etapa previa, para dar paso a lo nuevo: el cambio.
Adaptarse a las disminuciones físicas, saber compensar pérdidas con ganancias. Encontrar medios en el presente para recuperar y reorganizar la autoestima.
No estancarse en el pasado con una visión nostálgica.
Aprender a cambiar el ritmo, ya que el de un adulto no es el mismo que el de un viejo.
Dar más vida a los años y no más años a la vida.
Una actitud importante para enfrentar la vejez, es aprender a perder, para así también ganar otras cosas. Al pasar de una etapa a la otra es inevitable perder, como en este caso, la potencia física o altos niveles de productividad. En cambio, la vejez otorga virtudes tan preciadas como sabiduría, amplitud de mirada o templanza.
La psicóloga Lechuga comenta que, es importante derivar ciertos mitos, como que en la vejez se pierde salud, autonomía y alegría de vivir . “Los viejos pueden depender más de nosotros, como para caminar, pero eso no les quita autonomía”. El Papa Juan Pablo II fue un gran ejemplo de que se puede depender de los demás como para caminar, sin perder autonomía. Él nos enseñó como envejecer bien”.
El error habitual de las sociedades que niegan la vejez, es tratar a los adultos mayores como niños, quitándoles con ellos su dignidad y autoridad. “A mi madre le podré cambiar los pañales, pero ella sigue teniendo la autoridad materna, nunca se debe ver a los viejos como niños”.
Aprender a pedir ayuda y no sentirse menoscabado por la dependencia, es vital para envejecer bien. También asumir las limitaciones del paso de los años. Son necesarias una actitud comprometida con la vida, procurar la calidad de vida permaneciendo activos, física y mentalmente, quienes vamos camino a la vejez, debemos estar dispuestos y no cerrarnos a este cambio de vida.
Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría del adulto y una de las partes más difíciles del arte de vivir. La tarea es nuestra.
No olviden a la familia y los amigos: la vejez es el tiempo de cosecha, y eso incluye a las relaciones familiares y sociales; el apoyo incondicional de la familia juega un papel muy importante para evitar la depresión, a la cual se es más vulnerable en esta edad.
En lugar de resignarse a una vida completamente pasiva en esta etapa, se sugiere enseñar a los hijos y nietos, actividades en las que se tiene experiencia, por ejemplo, tejer, hacer carpintería, poesía, pintura, escultura y cocina.
Esto fomenta la paciencia, generosidad y solidaridad en las generaciones nuevas y permite que el adulto se sienta útil y permanezca en comunicación con los demás.
Este aspecto es tan importante como los anteriores, ya que:
Así como existe la vejez física, también la hay psicológica y espiritual.
“Cuando se llega a los 60 años, nuestro cuerpo no está en condiciones de hacer mayor actividad física, pero nuestra mente si puede dirigir”, incluso, hay personas que en etapas de jubilación, se convierten en empresarios.
Si bien no todas las mujeres están en condiciones de empezar un proyecto después de la menopausia, ahora sabemos que sí están en condiciones de practicar gimnasia mental, aprender otro idioma, ocupar su tiempo libre participando en obras sociales, u otras actividades que les permitan estar en comunicación con su entorno.
No se puede evitar el paso del tiempo ni la piel que heredaste, pero siguiendo todas las recomendaciones anteriores, si se puede tomar el control de la vida hasta los días de otoño.
Camino a la vejez: Cuide su cuerpo llevando una alimentación sana y balanceada, conviene hacer ejercicio constante, que requiera esfuerzo e implique resistencia, bajo la supervisión de un médico. Es conveniente hacerse miembro activo de un grupo social, club o fundación que busque el servicio a los demás o tenga fines trascendentales; cuide el área espiritual, aliméntela y busque el crecimiento.
Propóngase aprender algo nuevo cada día, esto puede ser desde mejorar su carácter al interactuar con otros, hasta inscribirse en un curso en la universidad. Haga un plan de ahorro, pensión o renta, que le permita tener un ingreso estable, lo cual contribuirá a su bienestar.
Siempre tenga presente que la piel se arruga, el cabello se vuelve blanco, los días se convierten en años… pero lo importante no cambia, su fuerza y su convicción no tienen edad, su espíritu es el plumero de cualquier tela de araña, detrás de cada línea de llegada hay una línea de partida, mientras se esté vivo, siéntase vivo.
“Si extraña lo que hacía, vuelva a hacerlo, no viva de fotos amarillas, sigue aunque todos esperen que abandone, no deje que se oxide el hierro que hay en usted, haga que en vez de lástima, le tengan respeto, cuando por los años no puedas correr, trota, cuando no puedas trotar, camina, cuando no puedas caminar, usa el bastón, pero, nunca te detengas”, lo dijo la Madre Teresa de Calcuta.
Les recordamos que este viernes 22 de junio, se llevará a cabo el foro para las personas adultas mayores, en el Club de Leones, en Avenida Morelos, en el centro, de las 10:00 hrs. a las 13:30 hrs. Los esperamos.