Sostuvo que las campañas propositivas realizadas por el mexiquense y el morelense le permitirán al PRI recuperar la Presidencia de la República y el gobierno de Morelos; e indicó que las denostaciones, calumnias y guerra sucia en contra de los priistas sólo han logrado encaminarlos a la victoria. “Con Enrique Peña y Amado Orihuela -enfatizó la dirigente nacional tricolor- se le devolverán al país y al estado la paz, esperanza y grandeza perdidas tras 12 años de gobiernos panistas que prometieron un cambio y sólo dejaron estancamiento económico, millones de personas sin trabajo, y violencia saldada con 60 mil muertes”. La fémina vino a la capital morelense a evaluar el trabajo de la dirigencia estatal del PRI en torno a la promoción del voto.
Por su parte, Amado Orihuela Trejo, abanderado gubernamental de la Coalición Compromiso por Morelos (PRI-PVEM-Panal), asistió a un acto desarrollado en la colonia Universo 2000, situada al sur de Cuernavaca, donde se comprometió, ante alrededor de tres mil personas, a regularizar sus predios, darles certeza jurídica a tan importantes bienes y dotarlos de servicios básicos. Cabe subrayar que dicho asentamiento humano irregular se encuentra poblado por familias de escasos recursos, marcado como punto rojo por su elevado índice de delincuencia y ser uno de los más marginados de Cuernavaca. El aspirante tricolor escuchó el lamento de quienes se dijeron “cansados de promesas incumplidas por parte de administraciones panistas que ofrecieron un cambio jamás visto”.
Cambiando de candidato, y en referencia a Graco Ramírez Garrido, abanderado de la Coalición Nueva Visión Progresista por Morelos (PRD-PT-Movimiento Ciudadano), diré que ayer se sacó un as de la manga faltando ocho días para que concluya su ejercicio proselitista y once para la jornada comicial. En un acto inédito y audaz, dado que se trata todavía de un candidato a la gubernatura, Graco Ramírez asumió el rol de un mandatario electo al presentar a los equipos de turismo, medio ambiente, ciencia y tecnología, obras públicas y salud “que trabajarán con él cuando gane la gubernatura” (según versa un comunicado de su casa de campaña al respecto).
Indudablemente se trata de hombres y mujeres calificados y resueltos a jugársela con el candidato de las izquierdas hacia los inminentes comicios. Todos –colocado en la cúspide el mismísimo Graco- proyectan una actitud triunfalista. Empero, lo deseable para ellos sería que tan audaz posición no quede sólo en una sobrestimación porque, a juzgar por los diferentes estudios de opinión recientemente difundidos en Morelos, la moneda está en el aire. Eso sí, amables lectores, me parece que el hecho de dar a conocer anticipadamente y de manera personalizada a sus equipos de trabajo envía una señal positiva a la sociedad civil en el sentido de que, de llegar a ganar el próximo primero de julio, el abanderado de la Nueva Visión Progresista se despojará de compromisos, buscará evitar el pago de facturas políticas y abrirá la administración pública estatal a especialistas en cada ramo. Me parece que lo mismo debería hacer el resto de candidatos a la primera magistratura morelense, incluso imitando el modelo establecido por Marcos Manuel Suárez Gerard, aspirante del Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia municipal de Cuernavaca, para donar íntegros a causas sociales sus 86 mil pesos de salario mensual. Aquel fue otro golpe de audacia que, definitivamente, subió los bonos del candidato blanquiazul. Asimismo, como valor agregado la ciudadanía tendría una mejor perspectiva (con el conocimiento previo de los respectivos equipos de trabajo) sobre el futuro manejo de los recursos públicos.
Por razones de espacio no transcribiré los nombres de los casi 50 personajes que integrarán todas las áreas de trabajo, pero sí lo haré solamente con tres en el ánimo de que ustedes saquen sus propias conclusiones sobre la calidad de las personas incorporadas. En el sector educativo trabajarán René Santoveña Arredondo, ex rector de la UAEM; Marina Aragón Celis, ex directora general del Instituto de la Educación Básica en el Estado de Morelos; Miguel Ángel Izquierdo Sánchez, ex director y profesor de tiempo completo de la UPN Morelos; César Barona Ríos, coordinador de Investigación y Posgrado del Instituto de Ciencias de la Educación; el maestro José Guadalupe Hernández Salgado, director general del Grupo Educativo Loyola y presidente fundador de la Asociación de Instituciones de Educación Superior Privada del Estado de Morelos; y Rosa María Hernández Meraza, ex directora del Internado Palmira, quien además fue jefa del Departamento de Secundarias Técnicas del IEBEM).
Por otro lado, en el área de Medio Ambiente estarán el doctor Topiltzin Contreras Macbeath, ex candidato a rector de la UAEM y presidente del Consejo Asesor del Corredor Biológico Chichinautzin; Fernando Jaramillo Monroy, biólogo por la UNAM con estudios de maestría y doctorado en España sobre ordenación y planificación territorial; Tiahoga Ruget, quien tiene estudios en biología, antropología social y dirección cinematográfica; Mercedes Pesqueira, directora del Centro de Cultura Ambiental VERDE; y Miguel Valdepeña, quien trabajó 28 años en Sagarpa y siete en la Profepa. Y en el muchas veces corrompido sector de las Obras Públicas laborarían Patricia Izquierdo (desconozco sus antecedentes), Roberto José Barrientos Ventosa, ex presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción delegación Morelos y ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Morelos; Adolfo Bautista Hernández, ex presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Cuautla; y Carlos Mújica Avilés, presidente del Sector de la Construcción de CANACINTRA-Morelos.
Como consecuencia de la importancia que se concede a la confianza, la falta de seguridad en el trabajo y la imposibilidad física de conocer a un número suficiente de hombres para que ocupen las posiciones administrativas de alto nivel, los líderes políticos mexicanos han tenido que desarrollar cierto proceso para nombrar a personas en las que podrán confiar personalmente: nepotismo, personalismo y cooptación. La mayoría de gobernadores que ha tenido Morelos sucumbieron ante el personalismo, la desconfianza y la falta de criterio para designar a los miembros de sus gabinetes legales y ampliados, así como a un número indeterminado de mandos medios. Pero hubo una excepción en la figura de Lauro Ortega Martínez (sexenio 1982-1988), a quien siempre pondré como ejemplo de apertura y oxigenación frecuente a toda la estructura de la administración pública estatal. Sin lugar a dudas, ello le sirvió para trascender históricamente.