Durante su exposición enmarcada en la celebración del Día del Abogado, reconoció que hoy los niveles de corrupción en la sociedad han superado lo imaginable. Formamos parte de un todo. A quienes pretenden romper con las estructuras de corrupción se les margina desde los propios espacios gubernamentales. En las escuelas de derecho, se han generalizado los acuerdos extra muros entre alumnos y catedráticos para “remontar” las deficiencias de conocimiento.
Aseguró que subsiste un sólido grupo de académicos y estudiantes que se desempeñan con disciplina en la búsqueda del conocimiento y la práctica sólida del arte del derecho. Ellos siguen siendo el soporte fundamental de esas instituciones que deben ser pilares en la integración del tejido social. Cuando los alumnos desvían sus actitudes, es porque desde su casa fueron educados aceptando conductas antisociales que van desde la mentira piadosa del “dile que no estoy”.
También señaló que hoy es indispensable retomar la ética y la filosofía durante el estudio del derecho; eso evitará que se sigan multiplicando conductas que son nocivas y que alejan a la sociedad de su objetivo inicial cuando aceptó regirse por un Estado de derecho, “cediendo parte de su libertad para ser regulado por leyes y reglamentos que a cada quien le otorgan lo suyo, en donde es implícito el derecho a recibir vinculado a la obligación de hacer. Estos factores se han perdido por la falta de desarrollo familiar”.
Estableció que la crisis que para los mexicanos significa la actitud cotidiana del incumplir la Constitución.
Lo que se aprende en casa cimienta la participación social, agregó el abogado al reconocer que hoy existen acuerdos familiares que están desapegados de los valores básicos de la sociedad. La disgregación de la familia que no se consagra, que hoy ya no trasciende. Los hijos quedan a la deriva y fácilmente se integran estructuras de falsos liderazgos, sometidos a esquemas donde “el pez grande devora al chico”. Por ello, deben rescatarse los valores cívicos que dejaron ya de impartirse en el nivel básico de educación.
Señaló que existe un gran compromiso por recuperar la vocación social en las escuelas de derecho. Muchos llegaron a esa carrera luego de que fueron rechazados en otras especialidades. Eso genera frustración, y por ello propuso que desde la intención de ingreso deben realizarse exámenes psicométricos que certifiquen la aptitud del aspirante a respetar y buscar que se cumplan las leyes que nos rigen, y eviten así que desde ese nivel intenten negociarlas para beneficiarse ellos y sus clientes.
Estableció que hoy existen una serie de expresiones y demandas en torno a la urgente necesidad de que “ya se pare” la violencia, el crimen organizado y todas las conductas antisociales; cuando surgen esas expresiones “todos escuchan, pero nadie está dispuesto a iniciar acción alguna”. Por ello, debe comenzarse desde las aulas la formación de ciudadanos dispuestos a vivir dentro del Estado de derecho.