Nadie del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC) ha llegado a reparar el desperfecto.

El agua limpia repta en bajada como un animal de hidrógeno y oxígeno hasta la barraca de Analco (o de San Antón), y ahí se filtra en la tierra y entre las piedras.

A cuatro metros de la fisura hay un amate amarillo que enseña orgulloso su copa que da sombra a la curva. Está pegado como lapa a la piedra. Sus poderosas raíces se hunden y avanzan debajo del asfalto. Como el agua busca la barranca, el amate busca el agua. El árbol “camina” literalmente, pero lo hace de una manera muy lenta, casi imperceptible para el humano, aunque para los demás árboles éste se mueva velocísimo.

Uno de los vecinos de esa calle dijo que han reportado varias veces la fuga, pero los del SAPAC no han ido a repararla:

“Es una lástima que se esté desperdiciando tanta agua, mientras que en varias colonias de Cuernavaca la gente protesta porque no tiene para lo más mínimo en sus casas, luego bloquean las calles pidiendo agua y se forma un embotellamiento muy feo. Ayer (martes) bloquearon avenida Morelos y los coches entraron por esta calle (Chulavista), pero como es la única vía alterna, hubo una hilera de carros que avanzaban a vuelta de rueda, todo el día. Y la fuga seguía allí y los inconformes que protestaban por la falta de agua allí, sin moverse”, dijo una mujer que vive en la bajada y que se llama Emma.

Es posible que la fuga sea una de las 380 que, de acuerdo con el SAPAC, ocurren al mes en Cuernavaca, y que ocasionan (según este organismo) pérdidas por más de 45 millones de metros cúbicos.

El agua sigue brotando por la herida del tubo y se expande por el suelo ante la mirada de los automovilistas que ven con tristeza esa humedad de la calle.

Por la noche es posible escuchar al agua bajando; este ruido es húmedo, muy distinto al que hace las raíces del amate amarillo, sedientas, debajo de la tierra.