El responsable del departamento jurídico del IEBEM, José Luis Reyes Macedo, informó que se recibió el viernes pasado la queja oficialmente formulada por la señora Jessica Marisol Millán Pérez, quien acusó que su hijo Adrián Alcántara Millán de primer grado, de seis años de edad, habría sido víctima de violación a los derechos humanos, al ser castigado por la profesora de manera excesiva.
Tal y como se dio a conocer de forma oportuna, la madre de familia dijo que dos estudiantes, su hijo y otro alumno de nombre Ulises, discutieron por una moneda de dos pesos, y para saber la verdad, presuntamente la profesora –conforme a la narración del menor– le puso a cada uno una vela encendida, y les dijo que al primero que se le terminara y se quemara y se quejara, sería el mentiroso y por tanto el ladrón de ese dinero.
Ante esta denuncia, el abogado del IEBEM indicó que seguirá el procedimiento que marca el reglamento interno y conforme a la ley laboral se iniciará un procedimiento, en el que se escuchará a ambas partes. Por lo que se citó a los padres de familia de los dos menores, a los dos niños y a la maestra para hacer los cuestionarios, y con base en ello conocer lo sucedido y deslindar responsabilidades.
El abogado aseguró que incluso se podrían aplicar pruebas psicológicas a los menores para conocer la verdad, y la docente podrá presentar sus argumentos o testigos.
Explicó que de existir responsabilidad, la sanción a imponer varía conforme a la gravedad, y podría ir desde la amonestación hasta la rescinción del contrato.
Indicó que la directora de la escuela de comprobarse que tuvo conocimiento de este castigo, también podría ser sancionada.
Estimó que el área jurídica podría tener una respuesta el próximo viernes, en tanto, el menor, cuya madre hizo la denuncia, será reubicado en otra escuela por decisión de su familia que dijo querer evitar ser objeto de represalias.
Ya había antecedente de una exigencia de padres que pidieron la destitución de esa maestra por presunto maltrato
Con el fin de conocer las dos versiones sobre los hechos, La Unión de Morelos se presentó a las puertas del plantel educativo para pedir una entrevista con la maestra acusada, sin embargo sólo acudió al llamado el conserje, y posteriormente personal administrativo de la dirección que se opuso a dar cualquier dato o información, además de argumentar que dicha profesora estaba ocupada dando clases. No obstante que en el pasillo que se observa desde el portón, una docente estuvo hablando por teléfono por al menos 5 minutos fuera de su aula.
Una empleada, que se rehusó a dar su nombre, después de casi una hora de espera -pues la directora ni siquiera salió para escuchar la solicitud de información- indicó que la entrevista debía ser solicitada a la supervisión de la zona escolar ubicada en el poblado de Santa María en Tetela.
Una mujer de la tercera edad de nombre Carmen Quintero que llegó casi a la hora del recreo con viandas de alimentos, aseguró conocer a la maestra Eugenia y aseveró que “es buena profesora. Jamás hemos sabido de castigos así, y menos algo tan grave. Si el niño tuviera quemaduras, tendría cicatrices. Yo llevo muchos años aquí porque me dan permiso de vender, de traerles comida, y nunca he visto que haya eso. Se les hace fácil acusar sin pruebas. Por eso que bueno que vino el periódico para que conozcan, que investiguen, que no haya calumnias”.
Sin embargo, unos minutos más tarde dos madres de familia que llegaron al plantel, entrevistadas por separado, coincidieron en que la profesora María Eugenia Medina ya tenía un antecedente. Pues ellas hace dos años, cuando sus hijos cursaban el segundo grado, junto con los padres de otros 13 estudiantes del mismo grupo habían exigido la destitución de esa profesora.
Explicaron que en ese entonces fueron quince los estudiantes que narraron que la maestra los trataba mal, los insultaba diciéndoles “burros”, “no sirven para nada”, mostraba preferencias para algunos y algunas alumnas.
Las dos en las respectivas entrevistas dijeron que los niños se quejaban porque la citada profesora no les daba permiso de ir al baño, incluso alguno de ellos no resistió y se habría orinado en el salón por la negativa de la profesora. Es más, aseveró que su propio hijo tuvo dolores de estómago porque no lo dejaba ir al sanitario.
“Mi hijo entró a esta escuela hasta el segundo grado; en la otra escuela donde vivíamos, él iba muy feliz, pero en ésta con esa maestra llegó un momento en el que lloraba, no quería venir a clases, me decía que la maestra les gritaba y los asustaba, no tenia paciencia, y ellos en lugar de venir contentos a la escuela, venían con angustia, con miedo”, narró la señora quien aún lleva a su hijo a ese plantel ahora en cuarto grado, y asegura que existe una gran diferencia con la docente actual, y el comportamiento de su hijo, “ésta que le tocó es muy buena. La verdad yo veo que está aprendiendo a nosotros, nos trata con respeto, y lo más importante, a los niños también. Si desde entonces hubieran tomado cartas en el asunto, no se habría repetido este problema”.
Narraron que en el 2008 los padres y madres de 15 alumnos del mismo grupo fueron al IEBEM a exigir que se destituyera a la maestra María Eugenia Medina, y las autoridades no daban respuesta inmediata porque ocurrió el conflicto magisterial. Mencionaron que la acusada siempre argumentó que ella no había hecho nada, y que no le podían probar que ella había maltratado a los niños, no obstante que ya eran 15 los niños y niñas que ya no querían acudir a clases.
Informaron que los directivos del instituto convencieron a los padres de familia de que dejaran a la docente en ese plantel, y ellos aceptaron, pero con el compromiso que entonces se firmó por parte de dicha trabajadora de que no maltrataría a los estudiantes y menos todavía que les pegaría en represalia. Agregaron que incluso se generó en su momento una confrontación con otros padres de familia con quienes la docente lleva buena relación, sin tener el apoyo de la directora.