Sociedad
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El loco de la carretera

El pepino motorizado se deslizó por el asfalto como el filo de un cuchillo por una barra de mantequilla.


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"Por su seguridá les voyaser un video. Quítensen los lentes oscuros los que tengan. Los que tengan gorra o sombrero también", eso dijo el hombre que se subió al autobús con un celular en la mano, apuntando a los rostros de los pasajeros, en el puesto de revisión localizado antes de tomar la autopista Cuernavaca-Acapulco.

El pepino motorizado se deslizó por el asfalto como el filo de un cuchillo por una barra de mantequilla.

–¿Entonces es nuevo el parabrisas? Preguntó el muchacho que se había instalado en el asiento número dos del pasillo.

–Lo acabo de sacar del taller. Lo metí a las doce de la noche y me lo dieron a las doce del día. Es mi primer viaje. Ya perdí una vuelta –respondió el operador: bajito, pelo negro, lacio, bigote negro y ojos saltones.

–¿A poco si estuvo duro el madrazo?

-Del lado derecho, todo roto. Ahí, pasando el puente del Tec de Monterrey, antes de llegar a la caseta de Xochitepec. Eran como las nueve de la noche. Adelante de mí, como a doscientos metros iba el número veintinueve. Yo vi cómo el camión se desvió, dio el volantazo y se abrió y continuó; pensé que era un bache y me preparé para evitarlo, pero cuando pasé por ahí iba atento al agujero en la carrera, de pronto sentí el rocazo en la parte derecha del parabrisas y di el volantazo y aceleré. Un kilómetro más adelante, el veintinueve estaba parado, con las intermitentes. Me orillé y me paré adelante. Platiqué con el compañero que revisaba su parabrisas. No se había dañado aparentemente. Fuimos a ver el mío y estaba inservible. Nos despedimos.

–¿Pero no es la primera vez?

–Ya al noventa y seis también le tronaron el costado de un rocazo, en el mismo lugar, lo querían hacer parar. Ya van varios este año.

–¿Pero el año pasado también?

–Hace como un año había otro ahí en el puente del Wortreicenter, por la noche. Me tocó una vez. No me dio. Me bajé y subí, pero el loco se fue corriendo.

–¿Y qué le hacen a ese cabrón?

–Nada. No sé por qué, si saben dónde está y a qué hora hace su desmadre no lo detienen. Puede causar una desgracia el hijo de la chingada. Está lloviendo, es de noche. Un accidente con el autobús lleno, no traes costales de papa. Después hasta uno paga el pato sin deberla, hasta al bote anda uno dando, mientras investigan quién tira los rocazos "llévense a este pendejo a la cárcel".

-¿Al del Volvo se le cerraron en moto?

–Le taparon el paso, eran varios. Iba para Joju. Pero él les echó el Volvo. Yo igual, con la pena, chingue su madre, ahí lo dejo y no me paro hasta llegar al encierro. Que lloren en casa ajena, no en la mía. Por lo pronto ya dejé la carretera con una rata menos. Aparte de los asaltos de Xoxo, ahora hay que lidiar con el loco de la carretera.

-Adelante me bajo.

-El conductor se orilló hasta hacer alto total.

-Adiós.

-Adiós y suerte.

El joven se bajó y el chofer se incorporó a la autopista. Iba lleno de silencio y relajado, ya se había desahogado con el pasajero.

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Máximo Cerdio

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