Sociedad
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Yayo en territorio cañero


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Zacatepec.- Yayo se quitó el disfraz de Mario Galíndez Sánchez. Como un pelícano gigantesco desplegó sus piernas y salió del vocho; se puso su chaleco de brigadista, cogió su mochila y se costuró una bola roja en la nariz y se puso su casco payasil.

A su paso por Escuadrón 201 rumbo al campamento de damnificados de la Hacienda Vieja, la gente observaba a Yayo como se ve a un chacuaco humano o una caña escapada de los terrenos de cultivo.

Una vez en el albergue, sin decir “agua va”, se metió hasta la cocina y convirtió a los niños, las mujeres y los adultos que se encontraban en ese momento apagados y en silencio, en una entidad humana llena de risa.

Los chamacos fueron los que más participaron.

“Voy a enseñar a decir ‘ñero’ a los ca-ñeros”, ningún niño entendió, pero al fondo, donde estaban unos hombres enchorados, brotaron carcajadas espontáneas.

La dinámica lúdica, esdrújula y tarántula y sin brújula continuó en el albergue, en donde el público estaba instalado sobre sillas o camas.

“Voy a enseñarles algunas rutinas de mímica y me voy a convertir en un mimo, pero no vengo solo, traigo ‘mimo chila’; en ‘mimo ralito’”, ninguno de los niños reparó; pero de nuevo, en el fondo la macabrona carcajada del enchorado resonó.

Después Yayo se volvió culebra y vertebró a los chamacos por todo el albergue, entre risa, música, corredera y carcajadas del público adulto y acalorado.

El alboroto con Yayo empezó pasado de las siete de la tarde y terminó una hora después, con los chamacos y los adultos relajados y con dolor de panza por la risa.

Dos horas antes, Mario Galíndez Sánchez había estado en un entierro, en Temixco, en los funerales de Héctor Monreal, conocido como “El Pavarotti”.

Un hombre de la tercera edad, damnificado, se acercó a saludar a las reporteras que daban cobertura a la presentación del clown:

“Muchas gracias por traer alegría al albergue, hemos estado muy desmoralizados con todo esto y con la ayuda que no llega”.

Por la noche, antes de dormir, Lyah, una niña de ocho años que estuvo presente en el show de Mario Galíndez Sánchez, le dijo a su mamá:

“¡Qué bonito día tuve hoy!”.

 

 

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Máximo Cerdio

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