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El crecimiento urbano pone en peligro la producción de hongos comestibles


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Las condiciones de producción de hongos comestibles en el estado de Morelos están en riesgo, ya que los lugares donde crecen son afectados por la fragmentación del territorio, advirtió María de Lourdes Acosta Urdapilleta, investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).

Informó que Morelos registra 55 especies de hongos comestibles y los que más se comercializan en el estado son la orejita de cazahuate (Pleurotusostreatus), el hongo clavito (Lyophyllumdecastes) y el hongo pancita del género Boletus, que crecen en zonas templadas del estado, principalmente en Huitzilac, Tepoztlán y Cuernavaca.

“Hemos hecho estudios con el cuerpo académico de Unidades Productivas Tradicionales y hemos demostrado que la zona donde crecen más hongos es la más fragmentada por la construcción de carreteras y el uso de recursos indiscriminados. Entonces estamos acabando con su hábitat, ya que no se pueden cultivar más que en la zona norte del estado y esto afecta parte de la economía de los habitantes”, advirtió.

Acosta Urdapilleta, micóloga del CIB con experiencia en propiedades nutricionales de los hongos, alertó que aunque están registrados ante la Norma Oficial Mexicana, algunos con estatus de amenaza, se siguen explotando indiscriminadamente y están amenazados por el crecimiento de la mancha urbana.

La también responsable del Laboratorio de Micología del CIB expuso que los hongos forman parte de la economía de los pobladores de esas regiones del estado y que los comercializan en los mercados de Cuernavaca, Jiutepec, Tepoztlán, Tres Marías, Cuautla y Jojutla, “por ello estamos tratando de regular su producción sin afectar a los pobladores”.

Ante estas problemáticas la investigadora de la UAEM, con apoyo de integrantes del cuerpo académico y estudiantes de licenciatura y posgrado, han propuesto alternativas para la conservación de los hongos, como el cultivo in situ, es decir reproducirlos en su hábitat, pero también artificialmente en el laboratorio mediante el cepario y la colección de esporas, “pero lo más importante es fomentar la educación ambiental y crear conciencia en la población de cuidar este recurso”.

La investigadora comentó que el estado cuenta con 145 especies de hongos con diferentes usos: medicinal, alimentario, tintóreo y otros con características tóxico-venenosas, mortales y mágico-religiosos, “los cuáles tienen un papel ecológico que se debe conservar”, concluyó.

 

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Salvador Rivera

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