En el piso de una vivienda humilde de Jojutla yace muerto un chihuahua color café. Frente al cuerpo, sentada en una silla de plástico, Ana María González Zamora platica que, ayudada por su esposo, durante media hora trató de salvarle la vida con toda clase de remedios caseros, pero el Choco perdió la batalla y un agujero en un terreno de cultivo detrás de la casa lo espera.

Para Ana María, el Choco (se llamaba así, por el color chocolate) era como un niño: tierno, cariñoso, alegre.

“Cuando yo estaba sentada, venía y se me subía a las piernas y yo me pasaba el tiempo acariciándolo, le hablaba como se le habla a las personas. No entiendo cómo puede haber personas que lastiman a un animalito así, son indefensos, no sé cómo hay personas que matan a los perros”.

“Al Choco me lo envenenó la vecina María Isabel Anguiano García. Me ha matado a dos perros y por más que le he dicho, no entiende. Yo recojo perros de la calle o luego vienen a la casa y les doy de comer y de beber, entonces los animalitos regresan con quienes los tratan bien. Cómo puede uno tener corazón para dejarlos en la calle, a veces llegan enfermos, lastimados…”.

Ana María relata que denunció a su vecina que vive a un lado de su casa localizada en la carretera Texcal-Campo San Pablo, casi frente a la bodega de la CNPR (Confederación Nacional de Propietarios Rurales); la denunció por teléfono a la Fiscalía, llorando, aunque ella cree que no van a hacer nada y presentará la denuncia ante otras autoridades por maltrato animal.

“Mi Choco no sé qué edad tenía y no era mío, era de mi amiga Verónica y estaba conmigo desde septiembre de este año. Nosotros conocíamos a la dueña del Choco como Verónica, éramos muy amigas. Pasaba muy seguido a mi casa y me preguntaba qué íbamos a comer y nos dábamos lo que cocinábamos.

“El martes 19 de septiembre, día del terremoto, antes de la una, vino a mi casa, vino con el Choco y me dijo que iba a la presidencia municipal de Jojutla a recoger su acta de nacimiento. Yo no quería que fuera porque presentía que algo le iba a pasar y logré que no tomara tres combis, pero a la cuarta se subió y llegó al centro de Jojutla”.

Ana María también cuenta que ese día, después del sismo, la hija de Verónica fue a su casa a preguntar si habían visto a su mamá y le dijo que sí, que se había ido a Jojutla. La anduvieron buscando angustiadas por mucho tiempo. hasta que supieron lo que había pasado con ella:

“Dicen que le dieron su acta, pero había un error y regresó, y entonces ahí les cayó a ella y a su bebé el reloj de la presidencia municipal y los mató. Se llamaba Mónica Verónica Peña Martínez, de 42 años. Le faltaban días para tener a su bebé; incluso, el sábado 23 de septiembre le íbamos a hacer un baby shower sorpresa. Ella, era la dueña del Choco”.