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La cereada en Ocotepec

TXT Yessica Morales Vega
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“Sale caro morirse”, exclama Dora Trejo, originaria del poblado de Ocotepec, al hacer un recuento de toda la inversión que realizan los habitantes de esta comunidad de Cuernavaca durante los meses de octubre y noviembre para recibir a los difuntos. “Una familia de la comunidad de Ocotepec puede invertir en promedio entre 50 mil y 80 mil pesos para realizar nuestro ritual de recibir a los que ya se nos adelantaron en el camino”, agrega Miguel Trejo, habitante del mismo poblado.

Los hermanos Dora y Miguel Trejo son promotores incansables de la tradición en torno al Día de Muertos, nacidos en la comunidad de Ocotepec, lugar donde las ceremonias fueron distinguidas por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por su riqueza cultural.

Actualmente Dora radica en Santa Ana, California, y Miguel vive en Ocotepec. Pese a la distancia territorial que hay entre ellos, la tradición en torno al Día de Muertos los reúne año con año.

Este 2019 no será la excepción. Dora viajará miles de kilómetros para reunirse con su familia y participar en “La Cereada”, antigua tradición de Ocotepec que se celebra cada 18 de octubre para recibir a las almas que murieron de causas no naturales: accidente automovilístico, homicidio, suicidio, entre otras.

“Me gusta mucho la tradición de Día de Muertos en Ocotepec, es algo que disfruto mucho, aunque representa un gasto muy fuerte, sí es algo que me gusta, son tradiciones reconocidas a nivel internacional por la UNESCO”, refiere Dora Trejo.

Por su parte, Miguel Trejo explica que lamentablemente la tradición de La Cereada se ha ido transformando, puesto que ahora pareciera que importa más el espectáculo o el tema de “lo turístico”.

“La Cereada es una tradición que ya tiene mucho tiempo de realizarse en Ocotepec. Nuestros abuelitos nos platicaban de toda la esencia de esta tradición y el significado ritual y sobre todo comunitario que tenía. Ahora ya se volvió como espectáculo, vienen ríos de turistas y no está mal que nos visiten, solo que se debe conocer el verdadero significado porque hay quienes nos visitan y tienen la creencia de que solo si traen una vela les permitimos ver las ofrendas, esto no es así, la vela se acostumbraba a traer por parte de quienes conocían al difunto para iluminar su camino”, explica Miguel Trejo.

La Cereada se celebraba cada 28 de octubre, el Día de San Lucas, aunque en Ocotepec se festeja el 18 de octubre debido a que en tiempos de la Revolución hubo una matanza, de alrededor de 40 personas. En memoria a la gente de la comunidad, la celebración del “Día de los Accidentados”, agregó Miguel Trejo.

Al mediodía del 17 de octubre se coloca la ofrenda, para que el 18 ya esté lista. Por la mañana se reúnen las familias en un ritual más íntimo, ya que por la tarde se empieza a recibir a la gente externa a la comunidad. Previo a la colocación de la ofrenda se hace una novena, con rezos propios de la comunidad.

Este 2019, los hermanos Trejo participan en la preparación de la ofrenda nueva para Fredy Valadez, líder del servicio de recolección de basura en Cuernavaca, que fue asesinado en enero del presente año, en el poblado de Chamilpa. Fredy era habitante de Ocotepec, y sus familiares lo esperan para este 18 de octubre, que acorde a la creencia, son los días que “tienen permiso de salir los difuntos”.

Miguel Trejo enfatiza que no importa si en una ofrenda se invierten 50 u 80 mil pesos, lo importante es la devoción con que se colocan las ofrendas y el objetivo de ellos que es el recuentro con los difuntos, y señala que en Ocotepec las puertas de las casas están abiertas para todos los visitantes que quieran acercarse a la tradición de Día de Muertos: “Si en Ocotepec hay una puerta abierta y existe un arco en la entrada, esto significa que cualquier persona puede ingresar a visitar la ofrenda”.

 

Características particulares de la ofrenda de Ocotepec

“Lo que diferencia a las ofrendas de Ocotepec de las de otras comunidades, es que se trata de una ofrenda de cuerpo presente, es decir, se hace la simulación de que el cuerpo del difunto está tendido, y se le coloca una silla porque viene cansado de regresar a casa. Otra característica particular es el cielo, se monta un cielo para la ofrenda, esto últimamente se ha perdido, pero se buscar retomar, se acompaña con papel picado, y tampoco puede faltar el petate. Por lo regular son ofrendas de tres niveles”.

La octava

Se tiene la creencia de que los difuntos están en casa durante ocho días, conviviendo con los vivos gracias al llamado que se hizo mediante las ofrendas. Durante este lapso, es común que las personas escuchen ruidos extraños en sus casas, pero no les da miedo porque saben que es la presencia de sus seres.

“A los ocho días de haber colocado la ofrenda nueva, se les vuelve a colocar otra ofrenda, pero en menor cantidad, con cosas sencillas como tlaxcales, atole y tamales, y se  tienen listas las salvas de cuete, para que al escuchar el repique de campanas de la iglesia, se echen los cuetes desde todas las casas donde hubo ofrendas nuevas en señal de que estamos despidiendo a los difuntos”, explica Miguel Trejo.

 

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