El chofer de la Ruta 6 narra su esperanza de que las cosas mejoren.
Aunque por la pandemia, varios choferes de la Ruta 6 dejaron la combi, Chalino se mantiene al volante porque se hizo la promesa de construirle una casa a Candelaria, su mamá, a quien describe como una madre amorosa, responsable y encantadora.
Su jornada laboral es de 15 horas al día, pero ayer solo trabajó un rato, para poder festejar el Día de las Madres con su familia. A su progenitora le obsequió un arreglo floral y unos chocolates.
“A mi mamá siempre la llevo en mi corazón por todo el esfuerzo que hizo para sacarme adelante. Ella es mi todo, porque recuerdo que cuando era niño las láminas de la casa estaban rotas y se podían ver las estrellas; ella me decía que nadie tenía esa vista tan hermosa como nosotros. Después entendí que lo decía para consolarme”.
El entrevistado es operador del transporte público desde hace nueve años y hace unos meses estaba a punto de solicitar un crédito para construir la casa de su mamá y dejar la casa de cartón, pero entonces llegó la pandemia del covid-19 y la situación económica se complicó.
“Estaba por cazar un préstamo para hacerle una parte de la casa para que ya no se moje en estas lluvias y ya no se pudo por lo de la pandemia, pero por algo pasan las cosas. Espero que esto pase pronto (la pandemia), porque quiero que pase el resto de su vida bien, sin mojarse ni estar barriendo el agua que entra en la casa”, expresó Chalino.
Dice que el volante es una gran responsabilidad porque además del cuidado propio tiene en sus manos la vida de los pasajeros.
Por eso, afirma, ser chofer no es cualquier cosa y aunque no se necesitan grandes estudios para ser operador de este rango sí deberían ser reconocidos porque cuidan a la gente.
Chalino no terminó una carrera universitaria porque en su familia había muy poco dinero, que apenas alcanzaba para comer, pero le hubiera gustado estudiar una profesión enfocada en la electricidad.
Hace nueve años llegó a la Ruta 6 y desde entonces sus compañeros le apodaron “Chalino” porque, dice, tenía gran parecido con otro chofer al que no conoció. Hoy expresa con tristeza la situación a la que se enfrentan los trabajadores del volante que no reciben apoyos; por eso algunos dejan el carro, porque son más las vueltas que dan en la calle que el dinero ganado.
Además, porque el servicio bajó en más del 70 por ciento y si bien le va en un día puede reunir 150 pesos y en el peor de los casos se llevan a la bolsa entre 40 y 80 pesos.
“No hay empleo, la gente no sale y por lo mismo nosotros no tenemos ingresos; yo pago renta y subió la luz; tengo que hacer los pagos del banco puntuales porque no dan tolerancia y si nos pasamos suben los intereses”.
En su trabajo adopta las medidas de higiene, como el uso de cubrebocas y alcohol gel, aunque dice que no hay más protección para ellos que la bendición de Dios.
Por la contingencia pensó en viajar a Tijuana, como lo hicieron varios de sus compañeros, en busca de mejor vida, pero Chalino piensa aguantar lo más que pueda, porque está difícil cambiar de trabajo sin conocer a nadie.
“Para ahorrar hago almuerzo y comida juntos pero algunos compañeros compran un pan y una coca para aguantar la jornada”.