Las ganancias de los checadores de “rutas” también se desplomaron con la pandemia.
Para remediar las afectaciones económicas que ha dejado la pandemia de covid-19, Patricia Escarramán Rosales, además de trabajar como checadora de rutas, vende a los operadores del transporte público refrescos, aguas y artículos tejidos para obtener mayores ingresos.
Es madre de cuatro hijos, tres de los cuales son menores de edad y dependen de ella, y aunque admite que tiene miedo a los contagios del nuevo virus, no puede resguardarse en su casa porque dejaría sin alimentación a sus pequeños, pues no cuenta con el apoyo económico de su expareja.
Patricia narra que tuvo conocimiento por terceras personas que tres choferes del transporte público perdieron la batalla contra el virus y dos se han recuperado. Por eso durante su jornada laboral adopta las medidas básicas de higiene, como el uso de cubrebocas y gel antibacterial, para evitar contagios.
Respecto a su trabajo, afirma en los últimos tres meses ha visto una disminución en sus ingresos, que antes de la pandemia eran de 200 pesos diarios y hoy con esfuerzo logra reunir 60 o 70 pesos, trabajando de las 7 de la mañana a las 7 de la noche de lunes a sábado.
“Estamos sobreviviendo con lo que salga, aunque sea un peso que nos den los choferes ya es algo porque en estos tiempos no estamos para dejar el trabajo. En mi caso tengo que mantener a mis tres niños. Por eso me puse a vender estas bebidas, a ver si sale un poco más de dinero”.
Trabaja como checadora desde hace 22 años, luego de que buscó empleos en diferentes empresas, pero en la mayoría el salario era el mínimo y con largas jornadas.
La ventaja que tiene en el sector transporte es que sus hijos pueden estar con ella mientras trabaja.
Su hijo mayor ( de 23 años) también trabaja como checador de rutas.