¿Checaste que no tuviera puntos rojos en las rodillas?
-No, no lo vi.
-Ya ves que dicen que les andan extrayendo el líquido de las rodillas...
-¡No mames!
Desde el 14 de febrero de 2018, cuzndo tuvo un derrame cerebral (“accidente vascular cerebral isquémico”), el Señor del Silencio ha tenido varios descensos al pavimento meramente accidentales. Hace dos años se luxó el brazo y anduvo como seis meses con un cabestrillo.
En febrero de este año lo vi sentado en el borde de la banqueta del Palacio de Gobierno: tenía sangre seca en la ceja, la nariz raspada, la boca herida y el ojo rojo como trasero de mandril.
-¡Qué madriza le has de haber acomodado a los weyes con los que te peleaste! -Le dije a Pactú en aquella ocasión. Y el mimo sólo hizo señas de que se había ido de cara contra el suelo.
-No andes dando esas versiones ordinarias de tus accidentes, no son nada poéticas y avergüenzas a quienes te conocemos. Di que te quisieron asaltar o que defendiste a alguna de las muchachas de acá del Jardín Juárez –le dije y él solamente sonrió.
José Francisco Helguera Díaz, o Pactú el mimo, es un hombre de la tercera edad. Nació el 6 de enero de 1960, en la Ciudad de México, donde vivió gran parte de su vida; después se fue a radicar a Tijuana 30 años; de ahí vino a Cuernavaca durante el sexenio de Lauro Ortega, aunque después volvió a viajar fuera de la ciudad (incluso fue a Barcelona, España) y luego regresó a Cuernavaca hace nueve o diez años.
El mimo tiene algunos familiares en esta ciudad, pero se ha “escapado” varias veces de las casas de sus parientes. Cuando aún podía hablar relataba que no le gusta que le llamen la atención ni que lo regañen y prefería andar libre, sin correa y sin collar, como los “perros de la calle”.
Pactú ha sobrevivido derrames, hondas caídas desde su cara blanca hasta el asfalto con todo y sus años de desmemoria; también sobrevivió al sismo de 1985 y al del 19 de septiembre de 2017; ha pasado hambre, frío, desprecio. Soledades de todos los tamaños y formas se le han subido a su pellejudo cuerpo, lo han orinado todos los perros callejeros del mundo y no cabe la menor duda que el coronavirus o covid-19, que al 17 de julio de este año ha cobrado la vida de 790 personas en Morelos, le hará “lo que el viento a Juárez”.