Jorge Flores está consciente de que al negar el servicio de taxi el dinero de ese pasaje será para alguno de sus compañeros, sin embargo, dice que no le preocupa, porque prefiere dejar un servicio a pagar una multa de siete mil pesos porque el pasajero no lleva puesto el cubrebocas.
El chofer de taxi hace base todos los días en una terminal de autobuses del centro de Cuernavaca y señala que en los últimos dos meses ha negado el servicio a unas 12 personas porque no llevaban puesto el tapabocas, y -según le dijeron sus compañeros- las multas son de hasta siete mil pesos.
“Les preguntamos si traen el cubrebocas en su bolsa, les pedimos que se lo pongan o les decimos que compren uno afuera de la terminal, pero no los podemos llevar sin tapabocas, porque en los operativos de las autoridades multan al chofer, no a los pasajeros; algunos hacen caso y otros se ponen groseros y nos mandan hasta por allá, pero ni modo, ya es ley”.
Refiere que durante su jornada laboral no puede obsequiar cubrebocas a las personas que no lo lleven puesto, porque el dinero apenas alcanza para comprar lo necesario para la alimentación de su familia, sin embargo, sí entrega gel antibacterial cuando el cliente lo solicita.
Además, dice que por la crisis económica que ha dejado la pandemia tuvo que solicitar un préstamo porque meses antes de la contingencia compró a crédito su vehículo para dejar de entregar cuenta, y ahora se le ha complicado realizar los pagos.
El entrevistado también señaló que aunado a la crisis económica, los choferes de taxi se enfrentan a una situación de inseguridad, la cual, a su consideración, aumentó desde que empezó la pandemia del covid-19, y afirma que tan solo en esta semana registraron dos asaltos.
Los asaltos se cometen a cualquier hora del día y, a decir del entrevistado, han observado que en ocasiones las personas que piden el servicio son los asaltantes o parejas que dicen ser novios.