Sociedad

Así es la vida


Lectura 3 - 5 minutos
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A lo largo de nuestra vida la gran mayoría de los seres humanos hemos tenido que enfrentar un cúmulo de contratiempos. Hay que decirlo, a todos en un momento dado nos cayó San Plátano. ¿Cuántas veces no hemos llorado de dolor buscando desesperadamente la mejor solución? A veces sin poder encontrarla. Quien opine lo contrario seguramente ha vivido en una "burbuja" o en la isla de la fantasía. "La real", brothers, es que cualquiera de nosotros vivimos continuamente tratando de resolver los diferentes problemas que nos presenta la vida. La vida así es, brothers, muy caprichosa, muy burlona y sarcástica y nos lleva por caminos muy extraños, y a veces dichos caminos los consideramos como los peores y nos quejamos amargamente gritando a los cuatro vientos “¿Por qué a mí? ¿Por qué a mí?”.

Paradójicamente y aunque a veces no lo entendamos, en ese proceso de vida a veces lo malo que nos llega a suceder, en su momento se vuelve a favor de nosotros; así también tengo que decir que en un principio se acabó volviendo tortuoso y maquiavélico. ¡Así es la vida! Como dice la conseja popular: "las cosas pasan por algo", y el objetivo es encontrar esa parte positiva a todo lo que nos suceda, de tal suerte que tendremos que ser lo suficientemente flexibles para aceptar con humildad cuando algo no es para nosotros.

Para ejemplificar esto que parecerá muy mafufo, se me ocurre regresar la máquina del tiempo a fin de estacionarnos en la famosísima y hollywoodesca guerra de Vietnam, donde los "gabachos" perdieron pese a que siempre nos contaron lo contrario en todas sus películas.

El punto es que en aquellos años setentas o un poquito antes, los jovencitos que cumplían sus 18 primaveras en el "gabacho" (acá en tierra mexica, por cierto estaban en pleno las protestas de nuestros chavos en el fatídico movimiento estudiantil del 68  ¡pero bueno, por algo pasó lo que pasó...! )

Le decía renglones atrás, cuate lector, que los jovencitos estadounidenses que hacían su servicio militar en Vietnam y que al ritmo de "Born in the bayou" (tema musical interpretado por Creedence Clearwater Revival) tenían que enlistarse en el ejército norteamericano, para luego "rifarse" al participar en aquella guerra cuyo objetivo era evitar que se creara un único país comunista que fuese aliado de China y de URSS. Lo más común que se pensaba en aquella época era que quien asistiere a dicha guerra regresaría "enpijamado", pero ¡eso sí!, con la bandera norteamericana encima del féretro y con todos los honores.

A quienes mejor les iba regresaban cojos, tuertos o lisiados de por vida; o de plano les entregaban a la familia Partridge el puro "muñoncito".

En aquella guerra, cuate lector, el que regresaba vivo mínimo regresaba siendo adicto a las drogas y con graves trastornos emocionales por razones obvias. Pero, bueno, lo que pretendo es engarzar esta historia real para corroborar lo que en párrafos anteriores mencioné respecto a que "las cosas pasan por algo" ; pero sobre todo, mi mayor pretensión es obligarlos, queridos lectores, a reflexionar que cualquiera de estos jóvenes norteamericanos, justo cuando tenían que participar "obligatoriamente a fuerza" en la guerra de Vietnam para cumplir con su deber ciudadano, les sucede algo que los libra de participar. Imaginemos entonces que de pronto nuestro ficticio personaje, al que de repente se le "prendió la tele" y le surge el inminente deseo de adquirir un "ataúd con ruedas" (motocicleta). La calentura por subirse a la potente máquina lleva a nuestro personaje después de montar con bravura y euforia en cuantiosas ocasiones el anhelado caballo de acero, y en una de esas el "rebelde sin causa" sufre un severo accidente donde por desgracia se fractura ambas piernas.

Lo que sucede en esta historia es verdaderamente caótico para cualquiera ¿cierto?

Lo interesante es que ahora podamos ver la parte positiva de esta mafufa historia. De entrada, si el joven no hubiera comprado una moto el accidente jamás habría ocurrido y necesariamente tendría que enlistarse y cumplir con el obligatorio servicio militar. Positivo también es que aunque usted no lo crea, es que una vez fracturado de ambas piernas nuestro "rebelde sin causa", el gobierno norteamericano le concedería el permiso para no participar en la guerra de Vietnam a través del obligado servicio militar.

Para concluir, majestuosos lectores del más leído, a veces lo que consideramos una desgracia en realidad no lo es, brothers. Jamás se nos ocurre pensar que el tiempo nos demostrará lo contrario. Quizá su majestad considere que finalmente el mafufo ejemplo habla de la desgracia que sufre alguien, y estoy cierto de que así es, pero si aquilatamos ambas situaciones que le pudieran haber sucedido a nuestro personaje, seguro estoy que su majestad hubiese elegido la primera. ¿O no?

Mucho mejor para este que escribe sufrir el accidente (Dios no lo quiera) que participar en una guerra incierta donde además la mayor probabilidad es que ni siquiera hubiera podido enfrentar al "enemigo" porque no soy soldado ni me he instruido durante años para entender que en la guerra no hay razas , ni colores de piel, ni nada, y que de lo que se trata es de matar al adversario. Para este que escribe la vida ¡sin más! es cíclica: hoy estamos arriba y mañana abajo ojalá todos lo tomemos en cuenta. ¡Hasta la próxima! 

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Mario Villa

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