Hay más clientes, pero hacen falta las clases presenciales en todo el estado, afirma Juan Manuel.

Juan Manuel Soto, quien trabaja desde hace cinco años como chofer de taxi, asegura que es la primera vez que se ve obligado a descansar hasta por un mes luego de que hace unos meses él, su esposa y su hermano se contagiaron con covid-19.

Dijo que por su protección siempre lleva puesto el cubrebocas durante su jornada laboral, pero probablemente se infectó cuando recibió los billetes o monedas de sus clientes, mientras que su esposa se contagió en el puesto de comida donde laboraba.

“Cuando nos dijeron que estábamos contagiados tuvimos que dejar de trabajar y solicitamos dos préstamos, porque no teníamos ahorros y tenemos tres hijas que necesitaban dinero para continuar sus estudios y para comer”.

En lo que respecta a su trabajo como taxista, indicó que al inicio de la emergencia sanitaria había muy pocos clientes y aunque en el último mes ha visto una mejoría es necesario que se reactiven las clases presenciales en todo el estado, pues al día con mucho esfuerzo realiza quince viajes.

Además, dijo que ha batallado con los clientes porque algunos le piden descuentos en el servicio y al haber poco trabajo no le queda de otra y accede.

A decir del entrevistado, hubo personas a quienes les brindó el servicio hasta por 30 pesos, cuando la tarifa era de 45 pesos, pero con la esperanza de que en el camino encontraría pasaje.

En cuanto a la inseguridad a la que varios de sus compañeros se han enfrentado, aseguró que hasta el momento no ha sufrido una situación de este tipo, pero por prevención trabaja a más tardar a las ocho de la noche.