Sociedad

La tienda de disfraces de Morrow


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 La tienda de disfraces de Morrow
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La tienda de disfraces de Morrow

La tienda de disfraces de Morrow
Fotógraf@/ MÁXIMO CERDIO
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“… aunque desde donde escribo yo me vea como esos maniquíes de la tienda, con la mirada perdida en el vacío, aunque yo sí esté vivo, aunque recuerde y tenga ojos para ver el mundo”.

Todas las calles del mundo son únicas y están vivas. Aunque si las ves a la misma hora, el mismo día y vas con la mirada ordinaria, la calle con más personalidad o la más increíble será un espacio cualquiera. A mí me consta y lo sabes.

En la calle Dwight W. Morrow, del centro de Cuernavaca, casi llegando a Mariano Matamoros se localiza una tienda de disfraces.

Lo más probable es que si pasas por la misma banqueta sólo veas a maniquíes con vestidos o semidesnudos.

Hay varias opciones, que avances y no te importen las sorpresas, que te detengas a mirar con detalle algún disfraz o maniquí, que cruces la calle para ver de frente este negocio y tengas un plano amplio y muy vivo y te sientes a observar cada recuadro, o que entres a ver qué más hay en la tienda.

Algunos maniquíes, de hombre o de mujer o niño y niña, sólo tienen extremidades inferiores. Otro ve fijamente y en una sola dirección hacia la calle, no tiene ojos, por supuesto, ni están vivos pero el gesto es de una mirada blanca.

No sé qué sensación te podrían dar a ti, a mí particularmente no me interesa comprar un disfraz o un trapo, de cerca o de lejos me llama la atención las extraordinarias combinaciones de las prendas en un modelo y cómo se integran en la totalidad como una especie de mural en esa pared de la calle Morrow.

Si observas el gran cuadro todos los días, vas a darte cuenta que los monigotes modelan prendas distintas. Si te acercas porque te llamaron la atención las mallas, las minifaldas o la ropa “sexi” como le dicen a estas prendas y las ves en detalle, los maniquíes se desplazan aunque sea fracciones de tiempo imperceptibles hacia la posibilidad humana.

Yo entré a la tienda por pura curiosidad; sé qué tú entrarías porque de verdad te gustó algo o para saber qué tienen y qué puedes comprar en un futuro.

 

Ensueños

El negocio se llama Fábrica de Ensueños, y su propietaria es Enny Yaneth Segura Camacho.

Por dentro, la tienda es un mundo. Uniformes, máscaras, prendas, trajes completos, de todos los tamaños y estilos.

Enny platicó que en ese local tiene como 25 años en ese lugar y que fue fundado hace más de 60 años por su mamá.

Se dedican principalmente a la venta de uniformes escolares, máscaras, disfraces, trajes sexis y que desde hacer más de 14 meses que duró la pandemia por el coronavirus no han cerrado, aunque se la han visto complicada por la falta de clientes, principalmente por la falta de venta de uniformes

Este lugar siempre ha sido muy concurrido, vienen de todos los municipios de Morelos, de varias partes de México y de algunas ciudades de Estados Unidos, como Chicago, Illinois.

Fabrican cualquier disfraz o botarga que les encarguen.

Enny dijo que cuando era chica le gustaba ir con su mamá a la tienda y se probaba los disfraces.

Su familia se disfrazaba en las festividades y había un concurso con buenos premios.

“A mí me sigue fascinando disfrazarme. Me pongo pelucas, me maquillo, me pongo lentes de contacto de diferentes estilos. Un buen disfraz que tú diseñes, que compres a partir de tu personalidad, te mete a una fantasía. Te hace sentir diferente. Te levantas a veces con problema, estás enfermo. Pero cuando te pones el disfraz vez el mundo de diferente manera, más alegre proyectas felicidad”, platicó.

 

Calle añosa

En ella se ubica La Casa Mañana, donde se encuentra el restaurante La India Bonita, que de acuerdo con Carlos Lavín Figueroa, su nombre proviene del "To Morrow", que se refería a que el inmueble se construía para el embajador Morrow y Elizabeth, su esposa, siendo esta casa el lugar donde además el diplomático recibió al pintor Diego Rivera, que aceptó venir a entrevistarse con Dwight Morrow por intermediación del platero William Spratling de Taxco para que pintara los murales del palacio de Cortés, entre los años 1929-1930.

Metros más abajo, sobre la misma acera está el edificio de lo que fue el Hotel Palacio, construido por el gobernador Manuel Alarcón a finales del año 1800 y donde llegó a hospedar al entonces presidente Porfirio Díaz.

En la actualidad hay una tienda de ropa y zapatos.

A mí algunas casas de esta calle me recuerdan la pensión donde viví cerca de dos años en Tapachula. Pisos de azulejos con figuras arabescas, los muros eran altos, gruesos; las ventanas de dos hojas grandes para sentir cómo toda el agua del océano daba tumbos por las calles y el viento hacía tronar de luz el tiempo.

 

Para ver el mundo

Nunca vendrás a Morrow y es probable que olvides lo que estoy escribiendo para ti o que no te importe.

Por mi parte, agoto este ejercicio en pensarte, aunque desde donde escribo yo me vea como esos maniquíes de la tienda, con la mirada perdida en el vacío, aunque yo sí esté vivo, aunque recuerde y tenga ojos para ver el mundo.

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Máximo Cerdio

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