Empezó a trabajar como chofer de taxi y se contagió
“La primera semana sentía que me moría. Es una experiencia muy fea. En el hospital ves a otras personas morir porque sus pulmones no aguantan más, sobre todo gente adulta. En esos momentos sólo piensas en los errores que cometiste y en lo que puedes hacer si Dios te da otra oportunidad”, narró Manuel, chofer de taxi, quien se contagió de covid-19.
Manuel trabajaba desde hace tres años en una funeraria ubicada en la avenida Domingo Diez. Sin embargo, a los tres meses de que llegó la pandemia a Morelos dejó ese empleo para evitar contagiarse con el virus, porque era testigo del aumento en el número de cremaciones por defunciones de covid-19.
En los primeros meses de contingencia -dijo- la funeraria recibió un gran número de cuerpos de personas que perdieron la batalla contra el virus en los hospitales, incluso, personas de otros estados.
“Yo veía cómo llegaban los cuerpos directo al horno a cualquier hora del día, ya estaban saturados y la gente lloraba pidiendo que los dejaran cremar a sus familiares, pero el horno tiene un protocolo y se debe respetar. Aunque nosotros quisiéramos dar el servicio no se podía, porque los hornos estaban al tope”.
Al ver el alto índice de demandas de incineraciones renunció a ese empleo para no exponer a su familia a un contagio y empezó a laborar como chofer de taxi entregando despensas a las familias que estaban en confinamiento, pero poco después se contagió, al igual que su esposa e hijos.
Para una persona que se infectó de covid-19, señaló, lo más difícil es la recuperación, porque quedan secuelas como el cansancio al caminar, caída de cabello y dolor en la espalda.
Manuel venció al virus y hace tres meses regresó al volante. Por protección utiliza el cubrebocas todo el día, desinfecta el vehículo en cada tercer viaje, así como el dinero que recibe de sus clientes. También ofrece gel antibacterial a los pasajeros.