Esperanza se dedica a la costura.
Esperanza Pizaña, de 71 años de edad, se ha dedicado a la costura toda su vida para poder sostener a su familia y durante la pandemia no tenía trabajo debido a que la gente no mandaba a componer su ropa. “Continúo con mi negocio de compostura de ropa y en especial hago reparaciones a los uniformes de los jóvenes o niños que van a regresar a clases presenciales. Han venido a componer su pantalón o su playera para poder ahorrar y no comprar uniformes, ya que no hay mucho dinero.
Ella cuenta que desde que empezó el coronavirus y al quedarse sin trabajo decidió fabricar cubrebocas para poder pagar los servicios básicos y tener para comer.
“A lo largo de la pandemia lo que estoy haciendo son cubrebocas porque todo lo demás se paró completamente y ahora que llegan composturas de uniformes escolares esto se está normalizando para nosotros que vivimos día con día”, narró Esperanza Pizaña.
“Todo está subiendo bastante y no tenemos muchos ingresos, hasta ahora que los jóvenes ya regresarán a clases. Todos los que somos comerciantes esperamos que los estudiantes regresen a las escuelas porque ellos son los que mueven el dinero”, señaló la entrevistada.
Por último, la costurera mencionó que ve con buenos ojos que gran parte de la población ya está vacunada contra el covid-19: “es bueno que los jóvenes se vayan a vacunar porque así la mayoría de la población está más segura, pero no hay que bajar la guardia y hay que seguir cuidándonos".