“Salgo todas las tardes con mis hijos para vender el pan que hace mi suegro. Lo ando vendiendo aquí en Chamilpa, Ocotepec y Ahuatepec. Tengo cuatro hijos y ellos me ayudan a vender el pan a pesar de que son muy pequeños. Voy tocando casa por casa para poder vender”, dijo Jésica Cruz Landeros, quien relató lo complicado que es vender en las calles.
“Con la venta del pan me iba muy bien, bueno, me alcanzaba para lo necesario. Yo siempre me he considerado una mujer trabajadora y que ve por su familia, por eso también tuve que conseguir otro trabajo. Hago la limpieza en una casa y con eso me ayudo, no me da pena decirlo”.
“yo veo a mi suegro que últimamente batalla mucho para hacer el pan, sobre todo por los precios, porque las cosas suben y no alcanza para hacer las mismas piezas de pan. Aparte que no todo el pan se hace con los mismos ingredientes, unos llevan más cosas que otros”, apuntó.
La mujer comentó que tiene que vender hasta en la noche porque “es mejor vender el pan cuando ya pasan de las siete u ocho de la noche, porque ya encuentro a todos en sus casas y es más fácil que nos compren. A veces no están las señoras de las casas que son las que normalmente salen a comprar, y si ellas no están no compran, por eso mejor me espero, para tener algo más seguro”.
La entrevistada asegura que la inseguridad es uno de sus principales miedos para salir a vender, ya que “muchas clientas me dicen que no pase a vender ya tan tarde, y como traigo a mis hijos es más peligroso para nosotros. Pero tenemos que salir a trabajar porque si no mi suegro se queda con todo el pan y no lo vendemos”.