El encuentro con un lugar desconocido añade imágenes a la memoria del individuo, la vivencia y las experiencias del sitio nos aportan sensaciones transformadas en imágenes, para un paisajista o arquitecto se resume en la conceptualización del proyecto. Pero ¿hasta qué punto el paisajista o arquitecto es autor creativo del proyecto de paisaje? A veces, el conceptualizador corre con la suerte de ver realizado su proyecto y es en dicho momento que se designa la autoría.
La condición de autor es meramente la tiranía presentada en eg,o. El jardín no resulta ser un proyecto de “firma” el espíritu del jardín es libre y no está atado a las regulaciones antinaturales impuestas por la sociedad o el autor mismo.
El proyecto de paisajismo es muy diferente a lo que sucede con la arquitectura, donde podemos encontrar claramente la firma del arquitecto y que por bien hecho que esté diseñado, esta pueda llegar a una atemporalidad con el paso del tiempo.
Con el jardín sucede lo contrario, a diferencia de la arquitectura que va contra el tiempo, el jardín va con el tiempo, es decir, se mezcla, crece, se transforma y posiblemente muera, con la enorme diferencia de que siempre va a resurgir, porque el territorio es de la naturaleza y no de la mayor plaga, el humano.
El espacio natural es bello por sí solo y realmente el verdadero “diseñador” es la madre naturaleza, porque el paisaje jamás es estático, siempre encuentra la metamorfosis para adaptarse a su entorno.
Sin embargo, hay otro autor que de ningún modo se menciona en los libros de arquitectura, jardinería o urbanismo, las especies animales, el habitante que da vida al ecosistema, el diseñador y cuidador del jardín. Sin estas especies vagabundas simplemente se pierde el alma de la naturaleza.
A este punto, la firma del jardinero, o visto como autor, es banal, el paisaje se debe afrontar con respeto y amor o como en su momento el pintor francés Claude Monet nos mencionó:
Mi jardín es mi más bella obra de arte. Todo lo que he ganado ha ido a parar a estos jardines. Todo el mundo discute mi arte y pretende comprender, como si fuera necesario, cuando simplemente es amor.