Sólo las personas mayores buscan los dulces típicos, asegura Mario Alberto.
“Los niños ya no se comen los dulces típicos, no saben que es una palanqueta o una alegría, por eso se está más complicado venderlos. Los únicos que compran son las personas mayores” aseguró Mario Alberto Cardozo Astudillo, quien se dedica a la venta de dulces tradicionales en el centro de Cuernavaca.
El hombre dijo que sufre no solo son los pocos ingresos, sino también porque parte de su producto se descompone si no se consume. “Como casi no vendemos, las palanquetas, los tamarindos y el jamoncillo se echan a perder o se hacen duros y así ya no los podemos vender. Yo siento que por eso nos va mal, porque ya perdemos los dulces y no sacamos ni para volver a comprarlos”.
Entrevistado por La Unión de Morelos, el comerciante relató que toda su mercancía es fabricada de forma artesanal en el oriente del estado: “mi familia está en Temoac y ellos hacen todos los dulces que traigo a vender. Somos principalmente de Huazulco, pero yo vivo aquí en Cuernavaca y como ya es tradición familiar pues los traigo para que yo trabaje desde aquí”.
“Antes de la pandemia yo invertía casi ocho mil pesos en variedad de dulces. Traía muchas cosas, tamarindos dulces y salados, muchos tipos de obleas, palanquetas de todos los tamaños. La verdad que venía bien surtido y conmigo ibas a encontrar cualquier cosa que andes buscando. Cómo ya vimos de un tiempo para acá que no vendemos bien solo traemos lo que se nos va terminando. Traigo apenas unos dos mil o tres mil pesos” dijo Mario Cardozo.
“Todos los dulces que ya se hacen duros o que ya se ve que están echándose a perder los volvemos a llevar a Temoac. Sacamos una mesa donde ponemos las cosas y la gente ya sabe que se las puede llevar gratis. Esto lo hacemos con la finalidad de que los niños o cualquier otra persona conozca de nuestro dulces típicos, que son muy ricos y saludables” remató Mario Cardozo.