Gregorio afirma que en 17 años de servicio no ha recibido una sola queja de la ciudadanía.
“A veces es estresante por el tráfico que hay en la ciudad, pero hay que saber controlarse para no explotar con los pasajeros, porque gracias a ellos comemos y tenemos dinero para el mantenimiento de los carros”.
Así describió Gregorio Martínez su trabajo como operador del transporte público, el cual realiza desde hace 17 años.
El entrevistado afirmó que en todo este tiempo ningún pasajero se ha quejado de su labor, porque siempre se desempeña correctamente.
“Vengo a trabajar con mucho gusto porque es mi profesión. Mi profesión me da de comer, no deberíamos verlo como un requisito y debemos tratar bien al pasajero”.
Además -dijo- para llevar la responsabilidad del volante el operador debe estar concentrado en su trabajo, no hablar por teléfono y tampoco conducir desvelado.
Por eso él empieza su rutina a las cuatro y media de la mañana y a las ocho de la noche ya está descansando en su casa.
Respecto a la capacitación que reciben los operadores del transporte colectivo, Gregorio explicó que le enseñaron temas básicos. Por ejemplo, cómo dirigirse a los usuarios; también le hicieron hincapié en que deben conducir con precaución, porque transportan vidas.
A decir del trabajador del volante, hasta el momento ninguna persona se ha quejado de su trabajo, pero tiene conocimiento de que algunos usuarios se quejan de los choferes jóvenes que están aprendiendo a conducir.
“Las principales quejas de la ciudadanía son hacia los jóvenes, porque no tienen mucha experiencia en el transporte público. De mí nadie se ha quejado, pero sí hay comentarios hacia otros compañeros”, afirmó.