Laura se queja de que algunos operadores no le dan ni un peso.

Aunque todos los días trabaja más de diez horas como checadora de rutas, Laura dice que prefiere esta actividad a buscar un empleo formal en el que gane solo el salario mínimo.

Explicó que en su actividad no le va mal, pues en ocasiones ha logrado reunir hasta 400 pesos su jornada, a cambio de dar a conocer el tiempo de diferencia que hay entre un operador y otro en el transporte colectivo que cruza por Cuernavaca.

Sin embargo, admitió que en los meses más fuertes de pandemia hubo días en los que con mucho esfuerzo apenas reunió 120 pesos, debido a que varios operadores cerraban sus puertas para no darle propina.

Laura afirma que durante el periodo vacacional de Semana Santa y de verano sus ingresos disminuyen de manera considerable, porque con el receso escolar las unidades del transporte público circulan casi vacías.

“Hay choferes que si no les das bien el tiempo no te dan ‘la mochada’ o se ponen groseros, pero no me afecta, porque pienso que si uno no me dio el otro sí me dará. Aunque también han dicho cosas feas: me han pedido mi número para invitarme a salir y cuando me equivoco en el tiempo me gritan ‘ponte las pilas’; yo me aguanto porque no me gusta estar peleando”.

Su labor -apuntó- es fácil, pero tiene que prestar atención porque a veces se le juntan los camiones y no logra registrar el tiempo de diferencia de todos los operadores que pasan sobre el Paseo Cuauhnáhuac.

“Con la pandemia sí fueron días difíciles, pero prefiero estar aquí a buscar trabajo en una cocina económica o en una tienda de ropa, donde pagan muy poco”.

Contó que labora de lunes a sábado, pues los domingos hay pocas unidades en circulación.