La gente ya no arregla su ropa; la desecha, considera Dulce.
“A diferencia de muchos, yo sí espero el regreso a clases, porque eso significa para mí más costuras” explico Dulce Leyva, propietaria de un taller de costura en el poblado de Acapantzingo.
La entrevistada explicó que se le dificulta su labor porque “es muy poca la gente que compone sus prendas rotas o rasgadas. Sobre todo la gente joven, a ellos se les rompe algo y lo desechan”.
La mujer asegura que puso su taller después de cinco años, “por la necesidad de trabajo entre a una maquila de ropa, allí me enseñé a coser, a poner botones, al arreglo de algunas prendas. Con mucho esfuerzo y el apoyo de mi familia, logré tener mi taller propio, por eso lo cuido mucho”.
Dulce Leyva dijo que le gustaría expandir su negocio, porque “yo sé algo de diseño y sé hacer los trazos de la ropa. Con un poco más de estudio voy a empezar a diseñar cosas básicas y así también poder arreglar otro tipo de prendas que requieren de un trabajo mucho más profesional”.
“La economía no está muy bien como para nada más tener un trabajo. Yo considero que por lo menos se deben tener dos trabajos e incluso un negocio propio para poder solventar a la familia. Yo soy el vivo ejemplo de eso, yo aparte de esto, cuido un negocio de cosméticos y vendo zapatos por catálogo” apunto.
La costurera, sobre el trato que le da a sus clientes, detalla “si me traen varias cosas doy descuentos. Hago de todo, reducimos pantalones, camisas, ponemos botones, cierres, e incluso arreglamos cortinas. Entonces pueden traer varios trabajos que tengan pendientes y les hacemos un descuento”.