“Mi papá también fue rutero, esto lo traigo de familia, siempre me llamaba la atención el volante desde que él estaba; es cierto que a veces me desespero porque la parte económica no es la mejor, pero pienso que hay que hacer las cosas de la mejor manera”, asegura Eder, quien trabaja como operador del transporte público.
Diariamente -dijo- se levanta a las cuatro de la mañana para empezar su jornada temprano y poder tomarse un tiempo para llevar a sus hijos a sus actividades deportivas y luego regresar al volante.
Aunque Eder tiene un negocio de aire acondicionado, afirma que se mantiene en la “ruta” porque desde pequeño le gusta el volante. Además, afirma que es herencia familiar.
“En la ruta hay de todo; hay gente que te da las gracias y otros que se molestan por lo que sea. A veces los pasajeros dicen cosas que ni al caso y tienes que hacer oídos sordos y cuando alguien viene de malas mejor no le contesto”.
Sin embargo, el trabajador del volante se queda con los buenos deseos de la gente y a lo demás, dijo, le hace caso omiso, porque considera que si realiza su jornada de mal humor podría ocurrir alguna situación desagradable.
Su jornada diaria es de más de 12 horas y para mantenerse despierto comentó que cuando llega a la base de la organización limpia la combi y hace otras labores, para estar activo.