“Me encomendé a Dios para que no me contagiara porque en mi familia a todos les dio covid y gracias a Dios no me enfermé, pero sí dejé de trabajar dos meses porque no había pasajeros y al día solo salían 12 camiones”, relató Miguel Benítez Sánchez, quien trabaja desde hace 11 años como operador del transporte público.
Dijo que gracias a que tenía dinero ahorrado pudo solventar los gastos en su casa y no fue necesario endeudarse, como sí ocurrió con varios de sus colegas. Incluso, hubo quienes se vieron obligados a dejar el volante por la falta de pasajeros.
A decir del entrevistado para evitar contagiarse se protegía con el cubrebocas y de manera constante desinfectaba su vehículo al llegar a la base de la organización.
De su labor como operador apuntó que el año pasado tomó un curso de capacitación, en el cual le hicieron hincapié sobre los cuidados de higiene en el transporte público y el trato con los usuarios.
“Nos hablaron sobre la nueva normalidad como el uso del cubrebocas y el lavado de manos. También nos dijeron que debemos traer gel antibacterial en la ‘ruta’; además del trato a los pasajeros porque siempre hay quejas de las personas por cualquier situación”.
De acuerdo con el trabajador del volante, a raíz de la emergencia sanitaria varios choferes abandonaron su labor por la falta de ingresos, debido a que los conductores que prestan el servicio de transporte por aplicación les han quitado el pasaje.
Señaló que lo que ha podido observar es que los estudiantes dejaron de utilizar el transporte público y ahora esperan en la parada vehículos particulares.