“Aquí andamos trabajando para llevar el dinero a la familia. Voy a seguir hasta que el cuerpo aguante, aunque ando mal de las rodillas por el calor del motor y cuando me bajo del carro me pega el frío, pero tengo que seguir”, dice Martín Mateos, quien trabaja como operador del transporte público desde hace 32 años.
El entrevistado señaló que diariamente tiene que lidiar con la mala actitud de algunos pasajeros que se molestan por cualquier situación, pero él se queda con las bendiciones que le dan los demás.
Reconoce que el tráfico en la ciudad y a veces las inclemencias del tiempo le ocasionan estrés.
A los usuarios -apuntó- los conmina a utilizar el cubrebocas, aunque algunos se molestan y abandonan la “ruta”.
“Traigo varios cubrebocas en la mochila y a veces les digo ‘oiga le voy a dar uno’ y dicen ‘no, gracias mejor lo compro’ y se van. Tal vez piensan que son usados o no sé, pero uno lo hace por protección de todos y algunos no lo entienden”.
Aunque por la emergencia sanitaria se protegía con la mascarilla, dijo que no se salvó del virus y tras resultar positivo al covid-19 se vio obligado a dejar el volante por 20 días.
Gracias a que tenía dinero ahorrado logró solventar los gastos de su casa mientras estuvo confinado.