José Luis Díaz, quien conduce un taxi desde hace 30 años, refiere que su labor no ha sido fácil, pues se ha encontrado con todo tipo de personas, desde los complicados, que dicen ‘ahorita le pago’, hasta los que se aprovechan de la discapacidad que tienen para viajar gratis.

Los años detrás del volante son tantos que -dice- las anécdotas vividas con sus clientes son incontables.

“Empecé a trabajar en el taxi antes de los 90´s y en ese tiempo se cobraba de dos o tres pesos por el servicio. Por esos años las autoridades de Transportes pusieron tabuladores y se tenían que respetar para evitar alguna multa; había gente complicada que decía ‘me cobran menos’, y yo lo tenía que aceptar porque no conocía bien los lugares”.

Sin embargo, dice que poco a poco fue aprendiendo sobre el oficio y recuerda que en esos años los taxistas eran multados hasta por olvidar colocar de manera adecuada el anuncio de “taxi” para que en la calle las personas pudieran ver si estaba libre u ocupado. 

De los casos recientes -señala José Luis- una señora le pidió el servicio a la colonia Antonio Barona, pero la realización de un evento en el cual entraban y salían vehículos le impidió ingresar a una privada donde dejaría a su cliente.

La mujer se molestó porque el taxi no pudo avanzar, se bajó y no pagó el viaje. Otro caso similar ocurrió con un hombre con discapacidad que utilizaba una silla de ruedas.

El señor preguntó al chofer del taxi “¿cuánto me cobras al centro?” y el conductor le dio una cifra, pero el hombre dijo que en otras ocasiones ha pagado menos, por lo que el chofer aceptó y lo llevó a su destino.

La sorpresa fue -indica el entrevistado- que cuando llegaron al destino el pasajero sacó de su bolsa ocho pesos y le dijo “espérame voy a conseguir más dinero”; el conductor respondió: “así déjalo, pero no te quieras pasar de listo si no traes dinero di la verdad”, y el usuario se fue.

“Después lo encontré en la calle y le dije: ‘¿qué pasó ya tienes lo que me debes?’, y me dijo: ‘qué pasó yo no te conozco, nunca te he visto’. Por eso digo que en varias ocasiones he regalado mi trabajo, porque lo que menos quiero es entrar en discusiones”.