“Me siento al cien por ciento, pero sí hay personas inconscientes que me quieren hacer sentir mal al ponerme apodos. Gracias a Dios estoy preparado para eso y no hago caso a lo que me dicen; no permito que eso me afecte”, afirma Francisco Reyna Solano quien trabaja como checador de “rutas”.

Su centro de trabajo está en los andenes del mercado Adolfo López Mateos. Desde ahí, sentado en un banco de plástico y con libreta en mano avisa a los operadores el tiempo de diferencia que llevan de sus colegas.

Francisco platica que con apenas 13 años de edad comenzó a trabajar en una fábrica de yeso que se ubicaba en la comunidad de Tilzapotla, municipio de Puente de Ixtla.

“Iba a trabajar por unos días y me tocó la de malas, mi pie fue a dar al molino de yeso; la máquina me lo deshizo todo, pero eso no me ha impedido trabajar y aquí sigo como checador”.

A pesar de su condición, Francisco asegura que ha realizado diferentes actividades para poder mantener a su familia.

Aunque la mayor parte de su vida ha sido checador, dice que también ha trabajado como chofer de taxi y como ayudante en viveros. 

Comentó que diariamente trabaja alrededor de ocho horas y ahora que sus hijos crecieron le han pedido que deje su labor, pero se niega, porque considera que el hecho de no realizar ninguna actividad afectaría su estado de ánimo, pues se acostumbró a salir por lo menos seis días a la semana. 

“Gracias a Dios no se me ha dificultado hacer algún trabajo, no he tenido ningún impedimento y así pude trabajar para sacar adelante a mis cinco hijos y ahorita ya formaron su familia”.