“No se tomó ni un cuarto de la botella; fue la única que tomó de ahí”.
Temixco. “El viernes 28 octubre fuimos al panteón, para recordar a mi hermana fallecida, era día de su cumpleaños.
Estábamos ahí mi hija Rosa Yozveli, de 20 años, su esposo y mi sobrina. De ahí nos fuimos a mi casa, en Temixco. Compramos cervezas y le invitamos a mi hija, pero ella no bebía eso y pidió tequila.
Su esposo, Mauricio, fue a comprar una botella a Abarrotes Pako, que se localiza en avenida Aeropuerto, municipio de Xochitepec, muy cerca de donde él y ella viven.
Regresó rápido con un tequila ‘Rancho Herencia’, según se podía leer en la etiqueta.
Acabamos la reunión y cada quien se fue a su casa. No recuerdo si mi hija se acabó o no la botella, pero fue la única que bebió del tequila.
El 31 de octubre la volví a ver. Me dijo que se sentí cansada, la pie le ardía y los ojos también.
El miércoles 2 de noviembre volvía ver a mi hija en el panteón, porque fuimos a dejar la ofrenda a nuestros difuntos, y me di cuenta que tenía los ojos hinchados, irritados, llorosos, no soportaba la luz del día. Ella me dijo que iría con el médico porque se sentía mal.
Horas después me contó por teléfono que el médico le había dicho que era una infección y le dio una receta y medicinas; a pesar de haber tomado el medicamento no sintió mejoría.
El jueves 3 de noviembre me llamó temprano y me dijo que se sentía muy mal, que el cuerpo lo tenía entumido:
“No veo claro, veo siluetas”, me dijo llorando. La fui a ver y me confirmó sus síntomas. Por la noche me regresé mi casa.
El viernes 4 me volví a llamar ni niña y me dijo que, de plano, ya no veía nada. Tampoco tenía sensibilidad de los senos hacia abajo; aunque podía alzar y bajar sus brazos no podía abrir y cerrar los puños.
Mi yerno y ella fueron al centro de Salud de La Nopalera, de urgencias, y la internaron.
Ahí, a Mauricio le pidieron que comprara dos botellas de vodka, porque mi hija fue ingresada por intoxicación con metanol. Según el médico que la recibió, serviría para contrarrestar los efectos del metanol.
Mi yerno compro dos botellas de vodka y a mi hija le transfundieron, según me dijeron, litro y medio mezclado con el suero.
Yozveli estuvo consiente, pero seguía con fiebre, por eso nos permitían estar con ella: cuando subía la fiebre, se la bajábamos con compresas de agua fría.
Los médicos nos pidieron que le hiciéramos preguntas: cómo se llamaba, dónde estaba, dónde vivía, quiénes eran sus padres, etcétera.
El martes la vi muy cansada, decaída, tenía seca la garganta, ya no platicaba con tanta coherencia. Nos dijeron que teníamos que hacerle una tomografía. La ambulancia la llevó, le hicieron ese estudio y la regresaron.
A las pocas horas los médicos nos dieron la mala noticia que tenía una contusión cerebral. Desde ahí comenzó a decaer.
El miércoles 9 de noviembre nos hablaron del hospital para que fuéramos a cuidar a mi niña, porque había vuelto a tener alta temperatura. La fuimos a ver y le aplicamos compresas de agua fría.
Ahí los doctores nos dijeron que probablemente la intubarían y tendríamos que dar nuestro consentimiento. Nosotros dijimos que sí.
En esos instantes le dio un primer infarto, nos sacaron de allí y nos avisaron que la habían ‘revivido’, pero como a los 15 minutos le volvió a dar otro.
Como a las 15:12 horas del miércoles 9 nos dijeron la más terrible de las noticias: había fallecido. Los médicos nos explicaron que era probable que la hubieran revivido de nuevo, pero que en todo caso quedaría con muerte cerebral.
Estábamos profundamente tristes.
Horas después llegó personal de la Fiscalía y nos interrogaron, una vez que terminaron se llevaron el cuerpo como a las 9 o 10 de la noche.
Regresamos a la casa a descansar, sabíamos que vendrían horas terribles, porque queríamos que nos diera el cuerpo de mi niña y comenzamos a hacer los trámites en la Fiscalía y en la funeraria.
El viernes como a la una de la madrugada la sacaron de la Fiscalía y como a las tres de la madrugada nos entregaron el cuerpo en mi casa, en Temixco. La velamos y la fuimos a enterrar.
Días después, los vecinos le contaron que personal de Fiscalía había ido a Abarrotes Pako, donde le vendieron la botella, pero no habían encontrado ninguna botella del tequila “Rancho Herencia”.
Magali relató que hace la denuncia pública de estos lamentables y dolorosos hechos para que otra mamá no sufra lo mismo que ella sufrió, que a los muchachos no les pasé lo que a su hija. Tiene dos hijos adolescentes y no desea que les suceda lo mismo que a su hermana.
También comentó que los síntomas visibles de la intoxicación comienzan como a los cinco días, con ardor de piel, ceguera y falta de movimiento.
Sugirió que si tienen estos padecimientos, vayan y que los atiendan de emergencia; es posible que si hubiéramos sabido qué le sucedía su hija hubieran acudido rápido y se hubiera podido hacer más por ella.
“Ahora lo que más me duele es ver a mi nieta de un año, huérfana”, concluyó Magali.
Mauricio
En entrevista, Mauricio confirmó la versión de su suegra y dio más detalles, ya que realizó varios trámites y estuvo al pie de la cama de su esposa en el hospital, desde que entró hasta que sacaron el cadáver.
De acuerdo con el certificado de defunción murió a las 15:12 del 4 de noviembre de 2022 (un error en el llenado de los formularios; se internó el día 4 y murió el 9 de noviembre), por “edema agudo pulmonar”, la defunción quedó registrada en el acta SCO1/13542/2022 y en cuanto a la circunstancia, situación o motivos en que se produjo la lesión se anotó que hubo “intoxicación por metanol”.
“No se tomó ni un cuarto de la botella; fue la única que tomó de ahí”, dijo Mauricio.
Mauricio, de 23 años, en la actualidad repartidor de tortillas, pero que trabaja en albañilería carpintería, pintura y todo oficio que le permita sobrevivir de manera honrada, explicó que el día de la fiesta en que su esposa le pidió el tequila fue a la tienda de abarrotes, en donde había comprado ya en otras ocasiones licor y cervezas, y que le ofrecieron esa botella de tequila “Rancho Herencia”, por cien pesos, lo que le pareció bien y lo compró.
Explicó que él no conoce de tequilas ni de marcas, ni su esposa sabía tampoco:
“Ella era muy alegre, muy bailadora, siempre estaba de muy buen humor, bebía de vez en cuando en alguna fiesta y ocasionalmente, lo mismo yo, no conocemos marcas más que las más comerciales, pero de esas bebidas no sabemos”.
Explicó que desde que internaron a su esposa, hasta que el viernes 4 de noviembre le dieron la terrible noticia de que había fallecido, estuvo al pendiente de ella, platicando cuando estaba consiente, dándole ánimos. Apenas y podía dormir y salía a comer cuando se podía.
Después que le dijeron que Yozveli había muerto una doctora se le acercó y le dijo que, cuando estaba consciente, había pedido que no dejaran sola a la niña. La doctora le preguntó si tenían una niña y le comentó que sí, que tenía un año y tres meses.
“Mi nena vive conmigo y mi madre, nos hacemos cargo de ella. Tengo un compromiso muy grande, no sólo de criarla, sino de que ella conozca a su mamá por mí, por lo que yo le cuente y por la forma en que yo me comporte. Ocupo todas mis fuerzas en trabajar y estar con mi niña, es lo único que me queda de mi esposa, la nena y los recuerdos de cuando formamos nuestra pequeña familia”.
De su esposa, Mauricio conserva muchos momentos muy bonitos, uno de ellos fue cuando le pidió que fuera su novia, hace más de tres años:
“Yo conocí a Yozveli en el tianguis, su mamá y ella venden ropa, éramos amigos, siempre me gustó y una vez no pude más y me fui a comprarle un ramo grande de flores. Le hablé por teléfono y le dije que yo había tenido un accidente, que me había caído de la moto y que me dolía mucho la pierna, que fuera ayudarme. Le estaba hablando de cerca, sin que me viera, como de unos quince metros. Cuando le acabé de hablar dejó lo que estaba haciendo y salió corriendo a ayudarme, pero me vio de frente y se detuvo, yo le extendí el ramo de flores, de cerca, y le dije que si quería ser mi novia, ella me abrazó y me dijo que sí”
El día que por fin le entregaron el cadáver de su esposa lo acompañaba su hermano. Un empleado del Servicio Médico Forense de Temixo le pidió dinero. “Con todo el problema emocional y de salud por el que uno pasa uno no sabe si lo que le piden es legal o no; yo no tenía dinero en ese momento y mi hermano me prestó dinero y le pagó quinientos pesos al que entregó el cuerpo”, relató Mauricio.
Sin duda, la muerte de Yozveli fue lo más doloroso para Mauricio, pero algo que también le causa un profundo dolor es “ver que hay personas que saben que están vendiendo algo que puede afectar la salud de la gente, que incluso puede matar, como a ella; y a pesar de eso siguen vendiendo ese producto, todo por ganar dinero”.
Pidió justicia y que agarren a los responsables, para que no le pase a otros lo que a él y a su esposa: “es un sufrimiento muy grande que no le deseo a nadie”, dijo.
Hasta el cierre de esta edición, la tienda Abarrotes Pako, en donde Mauricio adquirió la bebida con metanol, permanece abierta, no ha habido una orden de clausura ni la han cerrado.
El esposo asegura que ha recibido amenazas en su celular. Desconoce quién las hace y el número desde donde le marcan, pero le han dicho que deje de estar investigando.
Morelos, con antecedentes graves
En la entidad hay antecedentes de fallecimientos por ingesta de alcohol adulterado: a mediados de mayo de 2020, el entonces coordinador Estatal de Protección Civil del Gobierno del Estado, Pedro Enrique Clement Gallardo, dio a conocer que 14 personas murieron en la comunidad de Telixtac, municipio de Axochiapan, y en Jonacatepec por consumir una bebida alcohólica presuntamente adulterada.
Las víctimas mortales habrían consumido el aguardiente el domingo 10 de mayo, durante el Día de la Madres y el lunes 11 de mayo.
Y el tan sonado caso del deceso de 48 personas, más 21 que resultaron intoxicadas de gravedad, de entre las cuales, 10 perdieron la vista por consumo del alcohol adulterado, ocurrido en Temixco, en 1994.
La botella de “Rancho Herencia”.