Mientras espera en el centro de Cuernavaca a algún cliente, Eliseo Albino apaga su taxi, se acomoda en el asiento y cuenta que gracias a esta actividad ha logrado mantener a su familia desde hace diez años.

Eliseo reconoce que su: la llegada de los servicios de plataforma y después con la pandemia de covid-19. Sin embargo, dice que gracias a que tiene clientes habituales, en los meses más fuertes de la contingencia logró reunir el dinero para solventar sus gastos.

“Aquí se trata de dar la mejor atención al cliente. Siempre he pensado que hay que tratarlos bien, aunque a veces algunos se portan agresivos, pero tampoco podemos responder porque al final somos servidores públicos”, precisa el trabajador del volante.

Dice que una de las desventajas de este oficio es que no tiene horario de entrada y salida y aunque trabaja para un sitio de taxia señala que cuando le piden el servicio en la calle prefiere tomar el pasaje, para ganarse unos pesos más.

En su actividad diaria -refiere- se ha encontrado con todo tipo de personas, desde los clientes que agradecen por el servicio hasta los que se molestan por cualquier situación, pero aseguró que en la empresa no han recibido quejas sobre su desempeño al volante.