Sociedad

Una trajinera en Estados Unidos


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Lago Michigan. Chicago.
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Una trajinera en Estados Unidos


Lago Michigan. Chicago.
Fotógraf@/ MÁXIMO CERDIO
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Ciudad de México. La trajinera “Alma Delia” navegó por más de hora y media por algunos canales del embarcadero Nativitas, muy lentamente, como un ajolote prehispánico, el 22 de noviembre, pasadas las cinco de la tarde.

El remero, acostumbrado a estos paseos, saludaba a los guías de embarcaciones similares como viejos vecinos hidráulicos: mil 100 trajineras, 10 embarcaderos, 450 giros (vendedores), navegando en 185 kilómetros de canales.

Había mayormente mexicanos sobre estas embarcaciones típicas, pero también uno que otro oriental, caguama en mano, escuchando canciones de José Alfredo Jiménez ejecutadas por un grupo de mariachis acuáticos.

Abordo viajaban migrantes y autoridades de la alcaldía. Estaban allí, para dar continuidad a una propuesta que en principio pareció una locura, pero después no solamente fue posible, viable, sino muy original y simbólica: llevar desde Xochimilco una trajinera y botarla en uno de los cinco lagos más grandes de Norteamérica, el lago Míchigan.

Uno de los pasajeros comentó que este proyecto sonaba a Fitzcarraldo, una película dirigida por Werner Herzog, de 1982, protagonizada por Klaus Kinski, Claudia Cardinale, Paul Hittscher, Miguel Ángel Fuentes, José Lewgoy y Grande Otélo.

“Fitzcarraldo es un comerciante que quiere construir un teatro en la selva y contratar al tenor Enrico Caruso para inaugurarlo. Para conseguir dinero se aventura en el negocio del caucho. Compra tierras de difícil acceso, que, como única alternativa, lo forzarán a desplazar un barco a través de la montaña”, reseñó.

 

Xochimilco en un minuto

José Luis Zaldívar Olivares, director general de Turismo de la alcaldía, se dio vuelo presumiendo su “tierra sembrada de flores”, ante el diputado migrante Manuel Alejandro Robles Gómez (Morena), el legislador suplente Jorge Mújica Murias y miembros de una comitiva de la Coalición de Migrantes Mexicanos: Manuel Castro Salcedo, Alejandro Yeverino, consejero nacional y representante migrante; Verónica Gálvez, migrante en retorno, y María Dolores Unzueta Reyes, integrante de Comunidad en Retorno.

En un resumen que no duró más de un minuto expuso que los xochimilcas establecieron su ciudad en el Siglo X después de Cristo, y a partir de ahí extendieron su dominio hacia Tlayacapan, Xumiltepec, Chinameca, Mixquic, Tláhuac, Tepoztlán y Hueyapan.

En 1353, la ciudad fue trasladada a la isla de Tlilan (lugar donde hoy se ubica el templo de San Bernardino de Siena) y se dividió en 15 calpullis (barrios) habitados de acuerdo con el oficio de los pobladores.

En el siglo XVII ingresaban diariamente a Xochimilco más de mil canoas, flujo único en el mundo que permitía la alimentación hacia la capital del país y otras poblaciones ribereñas.

José Luis Zaldívar explico que su pueblo tiene varias denominaciones internacionales.

La Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidad (FAO) tomó bajo protección, a partir de 1986 la zona rural y lacustre de Xochimilco.

Desde el 11 de diciembre de 1987, Xochimilco fue declarado “Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad” por la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

La entrega oficial del pergamino se hizo en el año 2002, dejando por escrito y de forma permanente a las chinampas, en conjunto con las trajineras y la venta de plantas de ornato conforma el principal atractivo turístico de esta comunidad.

También existe una declaratoria sobre humedales más importantes en el mundo, otra sobre la flora y fauna, otra sobre sitios y monumentos, y una que nombra a Xochimilco como el área natural protegida más grande de la Ciudad México.

 

Usos y costumbres ancestrales

Xochimilco es una de las pocas comunidades que siguen preservando los usos y costumbres prehispánicas, por ejemplo, la forma de navegación por medio de canoas y el modo de cultivo sobre las chinampas (“en la cerca de cañas”), que es un sistema de cultivo altamente efectivo (el suelo siempre se mantiene hidratado, pues no depende del riego artificial o del agua de lluvia) construido en zonas donde el agua es el principal recurso natural presente en el medio, con la finalidad de cultivar plantas, verduras y hortalizas para el autoconsumo y el mercado local.

Aquí son porciones de tierra colocadas sobre raíces de ahuejotes, empleadas para la siembra de legumbres y flores; entre ellas dejaban canales de agua para transportar los alimentos en canoas. La chinampa guió la traza urbana ortogonal de Xochimilco, similar a la de Tenochtitlan, explicó Zaldívar Olivares

Una de las festividades más concurridas es La Flor más Bella del Ejido, sus antecedentes datan de la época prehispánica, aunque en 1955 se institucionalizó el festejo por primera vez en Xochimilco, con la finalidad de recuperar los cultos y manifestaciones prehispánicas que enriquecen a la población y que recrean la época en que se le rendía culto a Xochiquetzalli, la flor convertida en deidad.

Pero la fiesta más importante es la del Niñopan o Niñopa (“el niño del lugar”), la imagen más querida y festejada por los xochimilcas, que se tuvo que “copiar” o “reproducir” para atender la demanda de festejos, porque quien lo acepta en su casa recibe muchas bendiciones y todos quieren ser beneficiarios (mayordomos o mayordomas).

 

De Xochimilco al lago Michigan

José Luis Zaldívar Olivares explicó que desde antes de que llegaran los españoles, los xochimilcas viajaban y llevaban productos por los canales en balsas y después en canoas, como hoy en día, y con el tiempo fueron construyendo las trajineras, un transporte que sirvió como recreación y se volvió popular durante la época del porfiriato. “Fue una de las diversiones favoritas de los ‘catrines’ y damas de la alta sociedad”.

La propuesta de construcción de la trajinera se puso sobre la mesa, cerca de unos vasos de pulque y unos elotes hervidos comprados en los canales a los vendedores.

Se fabricaría la embarcación allí, en Xochimico y se mandaría en una camioneta o por avión hasta Illinois, o la segunda opción: un artesano calificado y autorizado viajaría para construirla en Estados Unidos.

Con los materiales a la mano: pino y oyamel, pintura, lámina, impermeabilizante, una trajinera estaría lista en una semana, calcularon.

Los migrantes explicaron que el lago Michigan tiene una superficie de 58 mil 30 kilómetros cuadrados, 494 kilómetros de longitud y 190 de anchura, con una profundidad media de 85 metros y una máxima de 281 metros. Son aguas profundas, los canales de Xochimilco tienen una profundidad media de tres a seis metros, y una máxima de seis metros.

“No se podrá botar en el centro del lago, pero sí en algunos de los canales que hay; en China Town pasa uno y ahí podrá ponerlo en el agua allí para que la navegue el remero”, acotaron.

Las partes convinieron en que la trajinera estuviera lista para navegar una vez que el frío cese en Chicago. A mediados de abril se haría el anuncio y el 5 de mayo (celebración de la Batalla de Puebla) se botaría.

También se presentarían documentales sobre Xochimilco y se expondrían fotografías, además de algunas ponencias sobre este lugar emblemático.

También platicaron sobre cómo se llamaría la embarcación: “Claudia” y “Lupita” fueron algunos nombres propuestos.

 

La resistencia

Los migrantes justificaron esta iniciativa como un símbolo de resistencia del pueblo mexicano frente a las políticas antinmigrantes y ante la aparición pública en México de diferentes grupos racistas patrocinados por Donald Trump y algunos líderes de ultraderecha.

Llevar esta embarcación es mostrar a una cultura que ha sobrevivido a la dominación y a la barbarie, que ha mantenido sus usos, sus costumbres, su cultura, como los migrantes lo han hecho por años en Estados Unidos.

Al final del paseo, José Luis Zaldívar Olivares y Manuel Alejandro Robles Gómez, teniendo como testigo a la delegación de migrantes, estuvieron de acuerdo en que sólo faltaría formalizar este proyecto, en el marco del convenio de hermanamiento que hay entre la Ciudad de México y Chicago, con la participación de las autoridades respectivas de Xochimilco, como el alcalde José Carlos Acosta y con Claudia Sheinbaum Pardo.

De acuerdo con la historia oficial, en 1376, los xochimilcas sostuvieron su primera guerra con los mexicas, quienes querían conquistarlos. Sin embargo, el señor de Azcapotzalco, Tezozómoc, brindó su apoyo a cambio de que el pueblo xochimilca le rindiera tributo. Así, una vez vencidos los mexicas, Caxcoltzin Tecutli, el décimo señor de los xochimilcas, se obliga a pagar tributo a sus aliados según lo acordado.

Hacia 1428, durante el reinado de Tzalpoyotzin, los xochimilcas son vencidos por los mexicas, quienes rompieron los escuadrones locales, destruyeron la cerca que defendía la ciudad, y los obligaron a replegarse hacia el Cerro de Xochitepec. Los señores de Xochimilco ofrecieron tributo a los mexicas e Itzcóatl los obligó a construir, de piedra y tierra, la calzada que unía a los dos señoríos (Calzada de Tlalpan), y los puentes para cruzar las acequias.

Durante el reinado de Moctezuma Ilhuicamina, los xochimilcas contribuyeron con materiales y mano de obra para la construcción del templo dedicado a Huitzilopochtli, mientras que en el tiempo de Ahuizotl contribuyeron con mano de obra para la construcción del acueducto que iba de Coyoacán a Xochimilco.

Trajineras y chinampas.

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Máximo Cerdio

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