El taxista Crispín asegura que mantiene las medidas de higiene en su vehículo por miedo a contagiarse con el virus de covid-19 y lamenta que varios de sus clientes se nieguen a usar el cubrebocas.
El taxi que conduce Crispín lleva un letrero en la puerta de lado derecho en el cual se lee: “uso obligatorio del cubrebocas”. Además, colocó un plástico divisor dentro del vehículo para evitar el contacto físico con las personas que le piden el servicio.
Refiere que adoptó estas medidas desde que empezó la emergencia sanitaria y las mantiene, pues a estas alturas hay quien se niega a creer en el virus e incluso algunos de sus clientes se molestan cuando les pide ponerse la mascarilla.
“En el taxi todavía exigimos el cubrebocas, hay algunos que no quieren ponérselo o dicen que no lo traen, pero no se les puede negar el servicio porque a veces hay pocos viajes. A menos que estén muy enfermos o que venga estornudando, ahí sí le pensaría si los llevo o no”.
Comentó que su trayectoria como chofer de taxi es de 16 años y a pesar de que con la crisis sanitaria sus ingresos económicos disminuyeron de manera considerable no ha pensado en dejar el volante, pues una de las ventajas de ser taxista es que todos los días lleva a su casa al menos 100 pesos.
A la fecha -apuntó- su situación económica ha mejorado y en ocasiones reúne hasta 400 pesos.
“El taxi nos da de comer diario, aunque sea poquito. Por eso digo que es bonito este trabajo, pero hay que trabajar todo el día”, puntualizó el entrevistado.