Sociedad

La ladrante historia de Lupe


Lectura 5 - 10 minutos
Nancy Rosario y Lupe. 11 diciembre de 2022.
Nancy Rosario y Lupe. 11 diciembre de 2022.
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La ladrante historia de Lupe


Nancy Rosario y Lupe. 11 diciembre de 2022.
Fotógraf@/ CORTESÍA
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Si los perros como Lupe no fueran perros serían ángeles

NANCY ROSARIO

Jojutla. A muy pocas personas les puede interesar un ser indefenso que vive en la calle, si ni sus dueños la cuidan, si con trabajos le ponen un traste para comer y un cartón para que se proteja del frío.

Lupe es bajita, color hueso; tendrá como ocho o nueve años. De frente, la perrita es chistosa: tiene los ojos chiquitos y juntos, como de oso de peluche o como esos cachorros a los que le pican las abejas, pero a Lupe no le pico nada. Aunque es una mezcla de muchas razas, tiene rasgos de shar pei, o sea que tiene parientes lejanos y muy pero muy antiguos en el sur del lejano oriente; el nombre de su raza significa piel de arena, en chino.

Lupe vivía en la calle, en la banqueta de la casa de sus dueños, que tienen un bazar, en la avenida Morelos, antes de llegar al apantle, a metros de  los límites con el municipio de Tlaquiltenango.

La conocimos hace más de cinco años, de salida rumbo a Jojutla o cuando llegábamos. Siempre la veíamos acostada en el suelo más allá de la banqueta de su casa, tocábamos el claxon para que se levantara y se pusiera fuera del peligro de esos animales que echan los automóviles a los perros que ven en la calle. Ella se levantaba y se quedaba viéndonos, luego se acercaba a la banqueta y se acostaba para seguir durmiendo. El sol brutal, capaz de freír un huevo, no le hacía nada a Lupe.

A veces pasábamos en el coche, nos parábamos frente a donde ella vivía y le dábamos tacos dorados: ella se nos acercaba muy mansita, nos miraba con sus ojos claros y redondos, nos movía su cola y se quedaba comiendo.

También la vimos frente a un puesto de tacos dorados de una chica que en la actualidad ya no está.

Sabíamos que se llamaba Lupe porque así le decían los vecinos, pero en una ocasión Yes le preguntó a una mujer sentada dentro de la casa donde habíamos visto salir a la perrita, y le dijo que se llamaba Tormenta.

En épocas de frío nos preocupaba que sufriera. Alguien, que no fue el dueño, le puso una cajita de cartón y Lupe se metía dentro cuando hacía frío.

Hará como cuatro años que la comenzamos a ver acostada en la entrada de una tienda de abarrotes, vinos y licores, localizada frente a la casa de sus dueños.

De broma, decíamos que había encontrado trabajo como jefa de vigilancia.

De regreso o de ida, cuando pasábamos por ahí, le gritábamos: “¡Lupe!”, y ella levantaba su cabeza, nos veía y volvía a acostarse.

Algunas veces vimos a la “animalita” cerca de un apantle, tomando un baño, en las épocas de calor perro. Salía enlodada, porque eran aguas sucias, pero aplacaba el calor.

Muchas veces también nos preocupó que estuviera debajo de una camioneta estacionada frente a la tienda de abarrotes; supusimos que era muy lista y que se iba a levantar y poner a salvo cuando el vehículo arrancara.

Una vez la vi con un collar nuevo, color café con líneas rosadas y piedras brillosas; se veía muy bonita y presumía sus “joyas”. Dedujimos que los dueños no le habían hecho tal regalo, sino que algún vecino o vecina le había dado esa muestra de cariño.

Hace como un mes y medio notamos que ya no estaba.

Hará unos tres días, nos bajamos del auto y le preguntamos a un hombre que acomodaba cosas en la casa donde hace más de cuatro años veíamos a Lupe descansado. Esta persona nos dijo que hacía más de un mes que ya no estaba porque la había atropellado un vocho. Era de noche, como a las 11, la arrastró hasta el “apancle”, y la señora de la tienda la llevó con el veterinario:

-Gastó más de cinco mil pesos en la perra porque la revisó el médico y después la llevaron a que la operaran y le sacaran radiografías, no nos cobró eso pero vimos las recetas. “Quédesela”, le dijimos a la mujer, y ella se fue con la perrita en brazos.

Al día siguiente fuimos con la encargada de la tienda. 

Nancy Rosario relató que conoció a la perrita desde hace más de cuatro años, que inició a trabajar en una tienda de abarrotes, casi frente a la casa de los dueños o ex dueños.

“Se acercaba a mí, se quedaba ahí en la sombra y comenzamos a hacer amistad poco a poco. Conforme nos fuimos conociendo nos fuimos queriendo.

“Cuando abría, ella siempre estaba aquí, y no dejaba que nadie se acercara hasta que abría completamente, luego se metía conmigo, le daba sus croquetas y le convidaba de mi desayuno, después se quedaba echada ahí, a veces salía a caminar por la avenida, yo siempre estaba al tanto porque aquí los coches y camiones pasan muy rápido.

“Lupe me pareció muy obediente, lista e inteligente, y me conmovió ver que vivía en la calle a pesar de que sus dueños estaban enfrente. No tenía un traste donde comer ni donde beber, aunque después que vieron que yo le traía croquetas comenzaron a sacarle trastes con desechos de comida y un poco de agua.

“Cuando me iba a mi casa ella me protegía, cuidaba que nadie se acercara, ladraba; luego yo le daba un polvorón de premio y se iba a su casa. Dormía afuera, aunque una vez vi una cajita de cartón frente a su casa para que durmiera.

“Cuando estaba conmigo la apapachaba yo, la acariciaba y eso a ella le gustaba mucho, seguramente porque su familia no la consentía ni la acariciaba, ni le decía palabras bonitas.

“Yo en mi casa en San Miguel Treinta tengo tres perritas que son mis hijas, las quiero mucho y ellas me quieren, las procuro, las atiendo. Los perros son los más fieles, siempre te quieren, les das cariño y te regresan mucho cariño. Son seres indefensos, inocentes. Si los perros no fueran perros serían ángeles.

“Nosotros tenemos la facultad de caminar, trabajar, buscar nuestro alimento, los perros no, están a expensas de nosotros, para recibir una patada, un desprecio, o una caricia o amor.

He rescatado a varios perros, eso lo he costeado con lo que gano en mi trabajo, hoy puedo rescatar a un perrito y lo hago, me duele cuando no puedo.

“Tengo un amigo veterinario que me respalda, vive hacia Tepetzingo, frente a San Ramón, me ayuda cuando hemos rescatado perritos enfermos o lastimados o maltratados. Me duele en el alma cuando la gente lastima a los perros. Por eso cuando veo a los perros en la calle me da mucho coraje y cuando veo a perros como Lupe, que es muy inteligente y cariñosa, y veo que los dueños no le dan lo mínimo me molesta mucho, es maltrato animal.

“Lupe es muy confiada y se tira casi a media carretera o piensa que la van a ver o que la quieren como muchos vecinos la queremos y se atraviesa la avenida, y aunque muchos la conocen y se paran o le pitan, otro no. Lupe había sido atropellada en dos ocasiones y después de los cuidados que se deben dar salió adelante.

“Todas las noches, después de cerrar la tienda y antes de ir a mi casa comencé a encargar a Lupe con sus dueños, les decía que la metieran, porque la podría atropellar, y sí, entraba, pero yo no sabía si después la sacaban a la calle.

“El 14 o un 15 de noviembre, no recuerdo bien, llegué como todos los días a abrir la tienda y se me hizo extraño que la perrita no llegara a saludarme y a cuidarme, entonces fui a la casa de sus dueños y me dijeron que la habían atropellado por la noche. Que en un momento de descuido habían abierto la puerta y ella había salido a la calle. Estaba echada en un rincón. No podía pararse, tuve que cargarla, la llevé a la tienda, le hablé al veterinario y él llegó, la vio y se la llevó, dijo que a lo mejor sólo era el golpe.

“Le di medicamentos y la tuve en la tienda, por seis días, la llevaba y la traía. A los cinco días que la tenía acá dejó de comer y eso me preocupó. Le daba Ensure, un alimento líquido. Esperé a que me tocara descanso y entonces la llevé a Cuernavaca, a un hospital que se llama Vida Animal, muy profesionales y conscientes.

“El veterinario me dijo que se le había salido el hueso de la pierna, y le hicieron una cirugía. Resultó que no sólo se le había salido el hueso sino que estaba fracturado. La operaron y se quedó en observación, al siguiente día salió del hospital. La estuve atendiendo unos días y después la llevé con sus dueños para que me ayudaran a cuidarla, ya que le inyectaban antibióticos y debía reposar.

“Pasaron varios días y le volví a hablar al veterinario porque Lupe no quería comer y llegó: los dueños no la estaban cuidando.

Entonces recogí a la perrita y me hice cargo, la llevé a mi casa y le pedí a una vecina que me ayudara.

La herida de la perrita cicatrizó y la llevé a su cita, la revisó el doctor, dijo que iba muy bien, pero que debería hacer ejercicio para formar masa muscular, pero ella no quiere, como que le duele la pierna, entonces, poco a poco le estoy ayudado y se ha ido recuperando.

“En la actualidad, Lupe vive feliz al lado de mis tres perritas. Todos los días, por la mañana, juego con ellas, les hablo amorosamente, les doy cariños, las saco de paseo y caminan hasta dos kilómetros, después les doy sus croquetas y agua. Una vecina me ayuda a verlas mientras no estoy, y cuando llego de trabajar, también salimos de paseo y les doy de cenar, las acaricio, juego con ellas.

“Confió en que Lupe va a recuperar la movilidad de su patita y quiero volverla a traer a mi trabajo, le gusta estar aquí conmigo y a mí me hace compañía y me da mucho gusto tenerla”.

Nancy Rosario propuso que los perros que andan en la calle, abandonados, podrían rescatarlos y colocarlos en los negocios pequeños, porque son muy buenos guardianes y mucha gente quisiera tener un perro para protegerlo a cambio de darle comida, agua, un lugar donde vivir y cuidarlo, quererlo y respetarlo.

También dijo que pueden colocarlos en casas de descanso de adultos mayores, a los que podrían ayudar porque son muy cariñosos y esto le serviría a estas personas.

Lupe en su caja. 2017.

Lupe y Yes. Enero 2021.

Lupe. 2018.

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