Tlayacapan tiene una población de alrededor de 20 mil habitantes, de estos, más de la mitad tiene menos de 29 años, es decir que se trata de un municipio con un alto índice de mujeres y hombres jóvenes. Es una de las dos entidades certificadas (2011) como “pueblo mágico”, el otro es Tepoztlán. Esta etiqueta, que proviene del sector turístico y de políticas sociales, ha perfilado al municipio como un lugar de visita obligada para los visitantes nacionales y extranjeros. Los “atractivos” que enuncian diversas páginas de turismo, y otras culturales, destacan tanto los vestigios arqueológicos, coloniales (exconvento agustino de San Juan Bautista del siglo XVI. Patrimonio de la humanidad / UNESCO), la producción de artesanías, el Centro Cultural “La Cerería”, la música de banda (Banda de Tlayacapan) y las festividades como la danza del salto del Chinelo.
Si bien el término “turismo” hace suyo el de “cultura” como parte de sus propósitos, y de ahí la derivación de “turismo cultural”, no debemos perder de vista que la visión del primero abarca otras acciones como el turismo de playa, de aventura, gastronómico, el funerario, de negocios, arqueológico y el geoturismo, entre otros, y la mayor parte de ellos, si no es que todos, parten de la necesidad de promover el consumo económico y comercial, el conocimiento de otras culturas, la diversión y el ocio. Y no es que el turismo no tenga beneficios para las entidades que lo promueven, pero meter en el mismo paquete turismo y cultura es un error.
Por tal razón, no podemos observar al municipio de Tlayacapan bajo la lupa de “pueblo mágico”, porque hacerlo dejaría de lado otra mirada sobre el patrimonio, tradición, costumbres e historia que ostenta esta población; además de los alcances que en desarrollo cultural y artístico, como un derecho y necesidad inalienable de sus habitantes, viven estos.
Al revisar los indicadores más recientes (Coneval / Inegi) de este municipio observamos que “29.4 % de la población es vulnerable por carencias sociales, es decir, presenta algún tipo de carencia en rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacio de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación”. Y 48.8 % de su población vive en “situación de pobreza”.
Los censos económicos del 2019 registran que los índices preponderantes son el comercio, con 518 unidades, los servicios con 324 y las industrias manufactureras con 99. Es evidente cuál es la fuente de ingresos más importante para las familias de esta población. Por otra parte, para los pobladores hay una oferta educativa de 45 escuelas, de las cuales 16 son de nivel preescolar, 14 primarias, siete secundarias, tres de educación media superior y cinco de educación superior o formaciones para el trabajo. Si estas escuelas impartieran materias artísticas en sus planes de estudio, esto en sí sería una de las aportaciones más importantes para ellos, ya que, según mis pesquisas, no existen escuelas de arte (música, danza, artes plásticas, teatro, fotografía, etc.), galerías, auditorios, foros, talleres, y los llamados centros culturales se circunscriben a la llamada Casa de Cultura “La Cerería”.
En Tlayacapan el arte popular, las festividades, las artesanías y su producción (talleres) son las actividades básicas en tanto cultura y arte.
Así, y al verificar que “La Cerería” es la principal y única casa de cultura, expongo a continuación una situación que constaté. Mi visita estuvo acompañada por un amable guía que me explicó la historia de este edificio, una casona del siglo XVII, que es una extraordinaria presentación del pueblo, y sus usos y antecedentes han sido motivo de investigaciones, filmaciones y celebraciones. “El inmueble fue construido como casa habitación y posteriormente convertido en fábrica de velas. En agosto de 1971 la propiedad fue expropiada por autoridades federales y estatales, con el objetivo de convertirla en museo y centro cultural, función que desempeña desde 1991. Su acervo incluye pinturas e imágenes de capillas, planos de la ciudad y objetos antiguos encontrados durante el proceso de restauración”.
Sin embargo, y después de ingresar me hallé en una especie de sala con algunas vitrinas que exhiben vestigios arqueológicos (esta población fue un sitio de la cultura olmeca y posteriormente fue ocupada por los xochimilcas). Lamentablemente las condiciones de estas son precarias y salta a la vista que no han tenido algún tipo de conservación y restauración. Hay un mapa desgastado que registra las capillas y diversos objetos adjuntos a las vitrinas. Dejé que el guía me condujera, vi varios salones ocupados por archivos, gavetas, escritorios, personal y letreros que anunciaba “Juzgado de paz”, “Registro civil”, y otros. Me asombré al ver el maravilloso aljibe, constaté la arquitectura colonial en buenas condiciones, visité un pequeño salón con poco más de ocho bases que exhibían piezas de barro bruñido del maestro Isidoro Martínez Téllez, pero éstas estaban sin capelo de protección ni condiciones adecuadas para exhibirlas. En mi recorrido me encontré con gente que entraba y salía entre pasillos y habitáculos, para el caso no hallé ningún espacio de exhibición apropiado, ni salón para talleres, aulas o algo parecido a lo que se muestra como atractivo de este lugar. Pregunté por qué había personal y oficinas en esta edificación y la respuesta fue que “La Cerería” estaba ocupada desde el 2017 por el personal de la Presidencia Municipal, pues dejaron ese inmueble después del sismo del 19 de septiembre de ese año.
Recordemos que ese fenómeno natural causó graves daños a varias poblaciones de Morelos, y Tlayacapan no fue la excepción. El entonces presidente municipal, Dionisio de la Rosa Santamaría (2016-2018), declaró en su momento que “los monumentos históricos afectados fueron la presidencia, el centro cultural y 21 capillas”. Además “del exconvento de San Juan Bautista, que tiene dañada la cúpula, la parte más alta que está cubierta, y el cañón doblado. Además, está dañado el campanario”. Las notas respecto a las averías que sufrió la presidencia municipal solo mencionan “fuertes daños”.
De entonces a la fecha han pasado cinco años y tres presidentes municipales, incluyendo el actual. Esto significa que en este tiempo ni el gobierno estatal ni el municipal han tenido recursos o voluntad política para recuperar “La Cerería”, y/o construir un espacio adecuado para el personal de la presidencia municipal. Después de que el señor De la Rosa dejara su cargo a finales del 2018, la señora Ma. Carmen Pochotitla Tlaltzicapa asumió la presidencia para el periodo 2019-2021, y a un año de celebrarse la toma de protesta del señor Eduardo Campos Allende como actual presidente municipal, 2022-2024, la situación sigue igual.
Al revisar el Plan Municipal de Desarrollo de Tlayacapan (2022-2024) no encontré asignación presupuestal o propuesta puntual para modificar este tema, esto a pesar de que este Ayuntamiento cuenta con una Secretaría de Cultura. Lo único que me pareció más cercano para resolver esta ocupación fue el apartado “Líneas de Acción 3.2.1” de dicha Dirección, que apunta “Gestionar proyectos de conservación y restauración de bienes inmuebles ante el Consejo Nacional de Cultura y artes previa aprobación y asesoría del INAH”.
No tengo duda que las asignaciones presupuestales municipales son bajas, y que existen prioridades en políticas públicas, como seguridad y empleo, sin embargo, es importante seguir dando a conocer lo que sucede en los municipios de nuestro estado en materia de cultura.