José Peña trabaja desde hace tres años como taxista luego de que la empresa de materiales de construcción donde también laboraba como chofer cerró sus puertas.
Dice que buscó trabajo en otras empresas, pero por su edad (72 años) fue difícil que lo contrataran, por lo que su primera opción fue el taxi.
Aunque a veces batalla para encontrar clientela, José no se da por vencido y se mantiene al volante, porque tiene la responsabilidad de solventar los gastos de su casa donde vive con su esposa.
“Ahorita hay poco trabajo y a veces me llevo poco dinero, pero no reniego porque tengo la ventaja de trabajar unas horas y luego irme a mi casa”.
El entrevistado explicó que en ocasiones sus ingresos son de 300 pesos al día que, si bien no es mucho, al menos le alcanza para comer.
Gracias a los apoyos económicos que recibe del gobierno -refirió- no necesita pedirle dinero a sus hijos, que tienen sus propios gastos.
José afirmó que seguirá al volante “hasta que el cuerpo le aguante o hasta que Dios le dé licencia”, pues desafortunadamente no tuvo la oportunidad de estudiar debido a que empezó a trabajar cuando apenas tenía doce años de edad.
Recordó que su primer trabajo fue en el campo sembrando arroz, por lo que le pagaban entre cinco y siete pesos con una comida al día. Posteriormente trabajó en una granja y luego en una quinta.
“No tuve la oportunidad de estudiar porque crecí en la calle. A los doce años salí de la casa de mis papás y luego empecé a trabajar. Aunque no estudié ni siquiera la primaria, sé leer y escribir un poco y también sumar, así que no me pueden chamaquear”.