Ahora son profesionistas.
Francisco Javier Martínez afirma que todo el esfuerzo y sacrificio que hizo operador del transporte público para sacar adelante a su familia valió la pena, pues ahora sus hijos son profesionistas.
“A veces hay que hacer sacrificios para darle a los hijos lo que uno puede y gracias a este trabajo mi hijo es licenciado en informática y mi hija es abogada; ahora son profesionistas y están haciendo su vida, pero en su momento me llegaron a reclamar el tiempo que no estuve con ellos”.
Aunque Francisco está consciente de que los veinte años que tiene como rutero se perdió algunos momentos importantes de la niñez de sus hijos, dice que está orgulloso de ellos y lo que ahora siente es satisfacción, porque son independientes y trabajan en lo que eligieron.
“A veces me dicen ‘es que cuando estábamos chiquitos no estabas. Había reuniones en la escuela y no podías asistir’, pero me da satisfacción que terminaron sus estudios y se dedican a lo que ellos quieren y no están batallando como nosotros aquí en el transporte”.
Afortunadamente -refiere- sus hijos no se interesaron en ese oficio y él y su esposa los impulsaron a estudiar, pues conducir una “ruta” es estresante, porque requiere más de 15 horas diarias al volante.