Juan Sánchez, quien trabaja desde hace 18 años como operador del transporte público, afirma que ha tomado al menos seis cursos de capacitación para brindar un buen servicio a los pasajeros pero que, sin embargo, no siempre se puede pues las calles no están en condiciones.
A decir del trabajador del volante, algunos de los usuarios se han quejado porque la “ruta brinca mucho”, pero aseguró que esto se debe a que muchas calles están llenas de baches o los topes son altos para las combis.
“A veces las personas se quejan porque dicen que manejamos mal, aunque no siempre se trata de nosotros, sino de las calles que tienen baches por todos lados, pero ellos piensan que uno lo hace a propósito y se molestan”.
Entrevistado en los andenes del mercado Adolfo López Mateos, contó que los pasajeros también se quejan cuando les pide que muestren su credencial del Inapam para que pueda aplicar los descuentos del 50 por ciento.
Algunos -dijo- responden de manera agresiva con frases como “no ves que soy de la tercera edad” o de plano hacen caso omiso y se dirigen a los asientos.
Por todo eso -apuntó- ser chofer del transporte colectivo es una labor estresante, que requiere de mucha paciencia y ganas de trabajar, debido a que, además, dedican más de 15 horas diarias al volante y en ocasiones sus ingresos económicos son de apenas 200 a 300 pesos.
“Los patrones quieren su cuenta, hay días en los que apenas juntamos para la gasolina, que son 900 pesos, y otro tanto para el patrón. A veces nosotros nos vamos sin un peso, pero aquí seguimos porque nos gusta este trabajo”.