Gerardo se ha capacitado en tres ocasiones para mejorar en su actividad
Gerardo Bravo trabaja desde hace siete años como operador del transporte público y afirma que para dedicarse a este oficio tiene que existir el gusto por el volante, pues es una labor cansada y a veces estresante.
A decir de Gerardo en su actividad diaria tiene que lidiar no solo con el tráfico y la presión del tiempo para evitar pagar los “minutos quemados” sino que, también, con el mal genio de algunos pasajeros.
“Para ser chofer se necesita vocación y que te guste mucho porque es muy pesado, son muchas desmañanadas. Además, tienes la presión de tener que juntar dinero para la cuenta y la gasolina, y no tenemos prestaciones ni seguro social”.
Refirió que está a gusto en su trabajo, pues le ha permitido solventar gastos en su casa y diariamente buscar mejorar, por lo que a la fecha ha tomado tres cursos de capacitación en los que le han hecho hincapié sobre el trato al pasajero y el manejo a la defensiva.
Sin embargo, lamentó que a causa de la pandemia de covid-19 la demanda en el servicio disminuyó tanto que en ocasiones con mucho esfuerzo se llevaba 300 pesos libres de cuenta y combustible.
“Empecé a trabajar cuando tenía 16 años, empecé por necesidad porque ya no podía seguir en la escuela. Aquí he conocido todo tipo de personas, algunos son amables y otros son groseros, pero ninguno se ha quejado de mi trabajo”.