A principios del siglo XIX, el poder económico se veía influenciado por los monopolios, que acaparaban la mayoría de los mercados comerciales, sociales, culturales, entre otros. La arquitectura se vio incierta con su verdadero rol en la sociedad, ya que pasó de ser una profesión con cultura crítica a ser “esclava” de los intereses privados y de las ideologías del poder político. Esta acción le invalida la posibilidad de un desarrollo de una cultura crítica.

El arquitecto ha defendido su postura cultural y social, pero de una forma u otra, al pensar en esta ideología se arriesga a quedarse sin su principal fuente de trabajo.

Por el contrario, ha sufrido presión de los intereses comerciales, que la han arrinconado a ser una pieza más en el tablero de los monopolios. Por tal motivo, la profesión entra en crisis, pero también por los desajustes entre la cultura y la formación del arquitecto y lo que la sociedad neoliberal demanda de nuestra profesión y el contraste desigual entre la formación de arquitectos que sirvan a las elites y la poca democratización del acceso a la educación universitaria.

El libro Arquitectura y política de Josep María Montaner y Zaida Muxí, menciona lo siguiente:

…los perfiles profesionales que se forman continúan basándose en la falsa pertenencia a un grupo de excelencia, que trabaja para uno de los sectores más favorecidos y, por tanto, se educa a servidores del poder, cuya actuación hacia los “otros” es siempre asistencial y desde instancias superiores.

El arquitecto, hoy en día, tiene el reto de formar profesionales con sentido crítico que ayuden a fortalecer las sociedades hacia una democracia más justa para todos.

El perfil de los arquitectos toma diferentes posiciones en nuestra cultura. Por un lado, encontramos a los arquitectos que son fieles al statu quo, es decir al cliente amo y señor de nuestra vida profesional y por el otro, están los arquitectos que se preocupan por servir a la gente y a los menos favorecidos. Si quieres ser arquitecto reconocido y publicado por todos los medios debes ser fiel a los señores del poder o si deseas ser arquitecto que siga su función social debes superar las presiones comerciales, de lo contrario, no podrás realizar un trabajo culto y crítico, multidisciplinario y colectivo.

Las esferas del poder se deben desarticular y los servidores públicos deben parar con su hipocresía y dejar de alentar a los “carteles inmobiliarios”, que tanto daño le hacen al desarrollo de la ciudad, con su falsa justificación, ajenas a la realidad, como su discurso monótono de sostenibilidad, prosperidad y vanguardia.

Vivimos en un momento histórico donde la desigualdad, la pobreza, la inseguridad y la falta de desarrollo es el pan de cada día y con más razón la arquitectura se debe reeducar desde el aula para no caer más en las mentiras de los señores del poder.