La mayoría de sus familiares trabaja en el transporte
David, quien trabaja como operador del transporte público, señaló que en los meses más fuertes de pandemia fue acreedor a una sanción económica porque durante los operativos que se realizaron se detectó que algunos pasajeros no llevaban puesto el cubrebocas.
De acuerdo con el trabajador del volante, por esa situación tuvo que pagar cuatro mil pesos, porque -recordó- uno de los usuarios se negó a utilizar la mascarilla durante el trayecto.
“Como operadores tenemos la obligación de pedir a los pasajeros que se pongan el cubrebocas porque la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMyT) hacía sus operativos y nos podían infraccionar, pero algunas personas no hacían caso y a veces hasta se molestaban, y así me tocó una infracción y la tuve que pagar”.
Además, indicó, durante los primeros meses de emergencia sanitaria sus ingresos económicos disminuyeron de manera considerable, pero no dejó el volante porque no se contagió.
Desde su experiencia, ser chofer es una labor cansada y estresante por las más de 15 horas que dedican al volante, el tráfico y el mal humor de algunos pasajeros; sin embargo, dijo que la ventaja es que en ocasiones sus ingresos son de hasta 500 pesos libres de cuenta y combustible.
De acuerdo con el entrevistado durante este tiempo ha conocido a personas de todo tipo, desde los que le agradecen por el servicio y le obsequian una botella de agua o de refresco, hasta los que se molestan por cualquier situación.
“Este trabajo es cansado, pero uno se acostumbra y a mí me gusta porque no estoy encerrado en un solo lugar y aquí se gana diario, aunque lo malo es que no tenemos seguro social ni prestaciones”.