Aunque afirma que por falta de recursos económicos en su familia no tuvo la oportunidad de terminar sus estudios de nivel básico, Alejandro Ortiz dice que no se arrepiente, porque desde niño soñaba con manejar un camión.
Hace catorce años empezó a trabajar en la Ruta 17, pero antes fue chofer en empresas de materiales de construcción, donde le enseñaron a manejar.
“Siempre me gustó ser chofer, cuando tenía nueve años trabajaba con mi papá y veía cuando llegaban los camiones para cargar tabiques, eso me motivaba; me emocionaba ver un camión y desde entonces le dije a mi papá ‘cuando sea grande voy a ser chofer’ y aquí ando porque me gusta este trabajo”.
Aunque reconoció que ser conductor del transporte público es cansado, pues diariamente trabajan más de 14 horas, dijo que gracias a este oficio ha logrado mantener a su familia.
Además -dijo- es una labor estresante por el tráfico que ocasionan las manifestaciones y a veces tiene que lidiar con pasajeros que se molestan porque no anticiparon su parada y la “ruta” se detiene unas cuadras delante de lo que ellos querían.
“Algunos quieren que los baje donde ellos quieren, no donde está la parada. A veces nos va bien y a veces nos va mal, pero creo que a los pasajeros hay que tratarlos bien porque gracias a ellos llevamos dinero a la casa; hay que ser amables, aunque a veces hay personas que son difíciles”.